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PIERRE LEMAITRE O LA LITERATURA COMO UN PUNTO CIEGO

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Israel Covarrubias


Pierre Lemaitre (París, 1951) es considerado una de las mejores plumas de la literatura francesa actual. Este hecho no es cosa menor en un país, como Francia, que tiene una literatura poderosa. ¿Cuáles son los rasgos que han hecho que este escritor tardío destaque con fuerza en la narrativa contemporánea?
​En primer lugar, su manejo de los planos narrativos. Lemaitre es un escritor que juega con el lector, lo lleva a mirar lo más oscuro del abismo humano, lo involucra en la trama, rompe con los desenlaces triunfalistas. En sus novelas, los héroes siempre son anti-héroes, pues no hay otro modo de armar del rompecabezas de un mundo siempre de cabeza. Fustiga las profundidades del odio, de la frustración y de las perversiones. No encubre, devela esa terrible desnudez innombrable que nos constituye.
​En segundo lugar, es un autor que tiene un gusto por las sagas, entre las que se cuentan la tetralogía fundamental para sus lectores -y también para quienes no lo conocen- que encabeza el entrañable personaje, un comandante de policía, Camille Verhoeven. Tanto en la primera novela de esta serie, Irene, como en sus siguientes entregas, Alex, Rosy & John y Camille, la justicia corrobora una vez más esa necesidad hoy milenaria de caminar por lo más injusto. Así, en el comienzo de cada historia, cotidiana o extraordinaria, hay un corte, una quiebra de la existencia. Esta funda el límite de lo posible frente a lo reconocible, de lo contingente frente a lo determinado. Si quieren comenzar la lectura de este escritor francés, recomiendo que se vayan directamente a estas cuatro novelas.
​En tercer lugar, Lemaitre subraya en sus obras, acaso con una obstinación radical, que sin crimen no hay civilidad. Este es el caso de su novela Vestido de novia, una obra de enorme consistencia e imprevisibilidad. Tanto en esta novela como en la tetralogía, los personajes sufren su condición de ausentes, devorados por la vorágine de la vida parisina y sus alrededores. Quién conozca más o menos bien las calles y los distritos de París, podrá rápidamente identificar cómo viven los personajes, así como saber por dónde van, en qué estación del metro o del autobús suben o bajan, en qué bar se detienen a comer o a tomar un aperitivo, algunos de los cuales son citados con sus nombres reales. Por ejemplo, es el caso de La Marine, un “resto” a la orilla del Canal San Martin, de estupenda relación precio-calidad.
​Asimismo, en sus novelas observamos el mosaico laberíntico del trazo urbano de París. De sus barrios burgueses a sus barrios pauperizados, hay una mezcla de zonas de migrantes, comerciantes de todo tipo, pastiche de religiones, culturas, lenguas y colores de piel, que terminan por edificar ese espacio ideal para la aventura del “bobo” (bourgeois bohème). En suma, en su trabajo aparece una fotografía detallada de sitios icónicos de la capital francesa, como sucede en la escena del secuestro en Alex, el parque donde ponen una bomba en Rosy & John, el asalto a la joyería en Camille, o el asesinato en Irene.
​Mención aparte merece su novela Recursos inhumanos, popularizada en la serie que realizó Netflix en 2020, donde el ex futbolista Éric Cantona personifica al protagonista de la trama, Alain Delambre. En esta novela encontramos un cuadro centrado en la profundidad del dolor y la crueldad que produce la pérdida del empleo, en una sociedad que es consciente de lo que esto significa aunque actúa como si nada pasara. (Lemaitre escribió esta novela basado en una historia real que encontró leyendo la prensa.) Esto provoca constantes heridas en la estima de sí del personaje principal que, buscando afanosamente un trabajo “digno”, termina enredado en un juego de roles, donde el simulacro de un secuestro en una empresa global para observar la lealtad de los empleados hacia ella, se vuelve hiperreal y el personaje principal, que descubre de qué va el juego antes de ser jugado, deja su lugar de víctima ficticia para volverse el verdadero verdugo, humillando al comando de mercenarios que fue contratado para fingir el secuestro. Aunque después regresa a su lugar de víctima, Delambre termina siendo el nuevo anti-héroe de nuestra época, ya que logró burlar al sistema y desfalca a la empresa que, en realidad, no lo iba a contratar.
​Lemaitre no es un autor sencillo. Tiene un gusto por la construcción de trampas para el lector. Por ello, los nudos ciegos de su narrativa nos resultan tan familiares que terminan por inquietarnos.

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