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EL SURGIMIENTO DE CAMELOT

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Daniel Aceves Rodríguez

Dentro de los grandes acontecimientos desarrollados en la llamada guerra fría, es aquella vivida en octubre de 1962, cuando el mundo se conmocionó ante la posibilidad de una inminente conflagración atómica entre las grandes potencias que dominaban al orbe; Los Estados Unidos y la Unión Soviética, quienes vivían en ese mes una tensa lucha denominada “La crisis de los misiles” situación que puso en vilo la seguridad mundial y que a nuestros días queda como referencia de una negociación diplomática encabezada por el Presidente John F. Kennedy, que pudo evitar una situación catalogada en ese momento como de riesgo inminente mundial.

Poco después de un año de esta situación, el pueblo norteamericano vivió en suelo propio la mayor conmoción al perpetrarse el magnicidio de quien fuera el Presidente número 35 de Los Estados Unidos de Norteamérica, hecho ocurrido el 22 de noviembre de 1963 en la ciudad de Dallas Texas, asesinato que cayó como un balde de agua helada en el espíritu festivo que la gran potencia tenía dentro de un marco mundial que buscaba equilibrar y destacar sus fuerzas ante el poderoso oso comunista.

El asesinato del Presidente Kennedy envolvía en la tristeza y confusión a una nación que en los albores de los años sesentas parecía estar tomando ya un rumbo definido en la orientación de las políticas exteriores del gobierno, su postura hacia Cuba, el turbulento sudeste asiático, la carrera armamentista, la cada vez mayor presión por que la voz de los jóvenes fuera tomada en cuenta, los distintos sectores despertaban así luego del letargo de la postguerra y de un vivir el proceso del macartismo entre otros puntos importantes.

John F. Kennedy llegó a la presidencia de los Estados Unidos a los 43 años de edad después de haber sido senador por el Estado de Massachusetts ganando unas disputadas elecciones al candidato Republicano Richard Nixon en que fueron memorables algunos pasajes de campaña como aquel primer debate televisivo donde su carisma fue fundamental ante el estoicismo y seriedad de su fuerte oponente, así el país recibió en 1961 a quién se dijo ser católico y enarbolaba la bandera de las aspiraciones y esperanzas estadounidenses fundamentadas en un crecido nacionalismo, este cuadro era complementado con la elegancia y carisma de la primera dama Jackie Kennedy recipiendaria del performance de la época.

Los más de dos años y medio de su mandato estuvieron caracterizados por el enfrentamiento al desafío soviético localizado principalmente en el aliado principal de la URSS que era Cuba donde se desarrollaron dos acontecimientos con resultados diametralmente opuestos para la política de JFK, uno fue el intento de los grupos anticastristas promovidos por la CIA de invadir Cuba en lo que se conoció como la operación de Bahía de Cochinos y que culminó en una operación de total fracaso y la otra que ha pasado a la historia como La Crisis de los Misiles donde se vivieron momentos de tensión pensando en una nueva conflagración mundial de carácter atómico entre Estados Unidos y la URSS, ahí la habilidad política de John y su hermano Robert pudieron hacer que el primer ministro soviético Nikita Kruschov cediera en su intención de colocar misiles soviéticos en la isla caribeña, situación que reforzó la imagen del presidente. De igual forma fue el enfrentamiento ante las fuerzas comunistas que asediaban el sureste asiático especialmente en Vietnam del Sur y Laos donde se decidió el envío de tropas y el establecimiento de estrategias de apoyo a los combatientes locales, asimismo se creó un programa conocido como Alianza para el Progreso donde se destinaban cerca de 46 000 millones de dólares en apoyo a las democracias de la región en contra de las dictaduras totalitarias, en su mandato enfrento los ecos y consecuencias del levantamiento del Muro de Berlín y la consolidación a la postre de los movimientos de los derechos civiles en un país donde todavía la discriminación racial era latente y en la juventud se sembraba la semilla de la subversión.

Esa tarde del 22 de noviembre (se habla de tres balas) segaron la vida de este joven presidente, los sueños de los norteamericanos quedaron inermes metafóricamente hablando en los brazos de su esposa quién con gran valor intentó detener la profusa hemorragia que brotaba del destruido cráneo de su marido y que a los pocos días del homicidio ante una entrevista de la revista Life confesó al reportero Teddy White que al Presidente Kennedy le hubiera gustado despedirse con la canción final del musical de Broadway Camelot que decía: “no olvidemos/que una vez existió un lugar/que durante un breve pero brillante momento fue conocido como Camelot”.

Nació así para los estadounidenses un mito, el de Camelot, con la idealización de un tiempo en que todo fue mejor.

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