Gisela Rubach tiene más de 300 campañas políticas en su curriculum como estratega política a lo largo de cuatro décadas, así que, sobra decir, que su experiencia es mucha y un lujo poder escucharla en una conferencia. El día de ayer estuvo en la ciudad de Chihuahua procedente de Oaxaca en donde presentó un libro por demás interesante sobre operación política.
La maestra Gisela ofreció la ponencia “Metaestrategia” en la que expone la nueva realidad (aún más compleja) de las campañas políticas en la actualidad. Habló de tecnología, inteligencia artificial, metaversos, redes sociales y todas estas innovaciones que llegan a las campañas políticas y que enloquecen a aspirantes, así como a las y los políticos en funciones.
Todos aquellos que aspiran a ser electos o reelectos en 2024 tienen esta urgencia por “innovar” en su comunicación y buscan implementar inteligencia artificial y nuevas tecnologías para dar una imagen moderna y fresca pero sin estrategia ni rumbo; buscan imitar a lo que hacen las y los candidatos en otros continentes y que se conviertan en noticia pasajera por utilizar gadgets o apps de inteligencia artificial.
Y mientras el furor de las redes sociales y la locura por la inteligencia artificial se adueña de las y los políticos, los presupuestos para medios de comunicación “tradicionales” y el trabajo en tierra, disminuyen y se incrementan para redes sociales y las innovaciones.
En la conferencia, Gisela Rubach aterrizó a los presentes en el auditorio de la sede estatal del PRI, al recordarles que en México los votos siguen estando donde mismo: en las colonias. Aún no se ganan elecciones en el metaverso o en las redes sociales; si hay herramientas que pueden ayudar a tener un mejor trabajo de tierra, en redes y medios, pero los votos se siguen buscando en la calle.
Recordó a los presentes (entre quienes estaban diputadas, alcaldes, regidoras y dirigentes) algunas cosas básicas que se han dejado de lado por el furor de las redes sociales: “En México todavía no se gana una elección solamente con redes sociales”, dijo Rubach. Todos los elementos de las campañas como los medios, las redes sociales, el trabajo en territorio, entre otros, tienen que convivir entre si para tener una campaña exitosa, ordenada y funcional.
Todos sus elementos están entrelazados y, por ceder al furor tecnológico y del internet de las cosas, las y los políticos olvidan algunas cosas básicas que Rubachrecordó a los priistas de Chihuahua: “las campañas no son razones, son emociones”. Las campañas deben emocionar y cada vez es más difícil hacerlo. También recordó un clásico, que muchos parecen olvidar: “saludar la mayor cantidad de personas posibles por su nombre; nada es más poderoso que el nombre”.
Y aunque son recomendaciones del “librito” muchos las obviado por privilegiar las redes sociales o las innovaciones y, al hacerlo, se olvidan del contacto físico, el cual, sigue siendo el arma más poderosa para transmitir cercanía.
Fue muy enfática en el tema de emociones. La guerra electoral necesita motivadores y motivaciones. Sólo las emociones nos hacen movernos a hacer algo, en este caso a votar a favor o en contra de alguien. Asunto que la mayoría de los políticos en oposición a Morena (en todo México) parecen han olvidado: llenan sus discursos de razones y cero de emociones.
Los del Frente se han olvidado de contar historias, mientras que los de enfrente no han perdido el tiempo imponiendo su narrativa y de posicionar a quien será su candidata presidencial.
Una lástima que la dirigencia priista no hubiera invitado a esta importante conferencia con la estratega de clase mundial que es Gisela Rubach, pues para hacer despertar a los del Frente, hubiera estado excelente ver las caras de panistas y perredistas en tal conferencia.
ESPRESSO COMPOL
“Operación Política el Nuevo Príncipe” es el título del libro de Cipriano Flores Cruz que hacía falta en las bibliotecas de quienes nos dedicamos a la consultoría política. Cuenta con la autoría del prólogo y epílogo de Gisela Rubach y la revisión de texto de la gran periodista oaxaqueña Lupita Thomas.
