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¡HASTA ENCONTRARLES!

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Comunicación para el Bienestar

Secuestro, detenciones arbitrarias de los que ya no se sabe nada, asesinados en enfrentamientos armados cuyo cuerpo no fue encontrado, reclutamientos ilegales o asesinatos en manos de grupos paramilitares, crimen organizado o narcotráfico, red de tratas de personas, personas que son abandonadas por sus “polleros” en el desierto, todos ellos tienen algo en común, están desaparecidos.

¿Por qué? La pregunta. El silencio. La Respuesta. Represión, violencia descontrolada, delincuencia que se apodera de las instituciones del Estado, militares y policías que solo saben seguir órdenes o que se contratan como sicarios, matones a sueldo… la desaparición en México tiene un precio.

El 30 de agosto se conmemoró el día internacional de las víctimas de desapariciones forzadas. Y aunque la problemática es global, en nuestro país cobra dimensiones de tragedia. Las cifras no dejan lugar para la especulación, de acuerdo con datos de la Secretaría de Gobernación poco más de 77 mil personas han desaparecido en México.

El concepto de “desaparecidos» resulta difícil de comprender ya que no pueden ser considerados como fallecidos hasta que se logre acreditar, con toda seguridad, la muerte de una persona. Su figura se ubica en un limbo jurídico, político y familiar ya que, mientras no aparezca el cadáver no se pierde la esperanza de ser localizado.

Tal situación, pone sobre la mesa la realidad de un México violento ya que, de acuerdo con Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación, más del 90% de las desapariciones están relacionadas con el crimen organizado. Tal afirmación complica más la problemática, debido a que hoy el crimen organizado se ha convertido a una denominación que no solo incluye al narcotráfico, sino a quienes se dedican al negocio del secuestro, la extorsión, los delitos sexuales, el tráfico de órganos, la trata de personas, etc. Un caso especialmente delicado lo representan las personas que desaparecen durante la ruta migratoria pues nos muestra que esta forma de desaparición toca sobre todo a los grupos más vulnerables, indefensos de todo a todo.

No obstante la desaparición forzada impacta también las entrañas del gobierno pues entre las víctimas también se cuentan políticos, militares que desparecen a otros militares o a miembros de los diferentes cuerpos de seguridad. Desaparición que toma un matiz ideológico político y que se aplica de manera selectiva en aquellos que, por alguna razón se convierten en una amenaza para el status quo.

Enfocar la mirada sobre los desaparecidos, aislada del México violento, resulta incorrecto e inútil. Es decir, la cantidad de ciudadanos que desaparecen en México no puede ser entendida al margen de un Estado que ha permanecido inmóvil ante el crecimiento de los grupos delincuenciales que son cada vez más violentos y operan a sus anchas de las maneras más sofisticadas.

Así, familiares y amigos de los desaparecidos, llevan la iniciativa en los esfuerzos de búsqueda, a veces con más esperanza que conocimientos. Junto a ellos, colectivos, organizaciones y personajes de todo tipo prestan tiempo, asistencia y apoyo a sus esfuerzos para dar con el paradero de los seres queridos caídos en desgracia.

Víctimas por todos lados, los familiares de los desaparecidos se convierten en víctimas colaterales llevando a cuestas su tragedia y emprendiendo búsquedas, que muchas veces los lleva a perder trabajo, estudios e incluso desacuerdos con otros familiares, pero nada de eso importa mientras el motor de su vida sea seguir buscando ¡hasta encontrarles!

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