Luis Rubén Maldonado Alvídrez
Cuando es turno de las campañas políticas, las y los candidatos, siempre abordan un tema en sus discursos llenos de promesas: acabar con el culto a la personalidad de los gobernantes. Lo cual ha sido causa de muchos partidos que fueron oposición en el siglo pasado y una vez que llegan al poder, la amnesia selectiva hace su trabajo y olvidan por completo esa promesa.
En México lo prometen por igual candidatos y candidatas a la presidencia de la república que a las miles de alcaldías pero, la vanidad siempre se impone en nuestro sistema político, el culto a la personalidad es una parte importante del mismo.
Ahora que se puede tratar con libertad lo sucedido con la revocación de mandato, queda claro el papel de gran comunicador que tiene el presidente López Obrador, al ser amo y señor de la agenda mediática: el propone y dispone en su famosa mañanera.
Alguna vez lo comentó la maestra Gisela Rubach: López Obrador no lanza bombas de humo en sus conferencias de prensa mañaneras, lanza explosiones de luz cuyo efecto es olvidar lo dicho un día antes y concentrarse en la novedad del día. Hasta el día de hoy, esa fórmula le ha funcionado bien a AMLO, para concentrar la agenda en sus intereses y para bombardear a sus opositores.
La virulencia de los ataques contra individuos o instituciones ha ido en aumento desde el púlpito madrugador y la oposición a Morena no ha sabido construir un mensaje consistente y unificado. Acción Nacional, el PRI y el PRD tienen una alianza que el presidente bombardea a diario y busca que no llegue al 2024, pero con una oposición reactiva (al menos comunicacionalmente) poco va a lograr si no logran un mensaje articulado que les permita pelear la agenda nacional diaria.
Mientras en 1988 quienes apoyaron a Cuauhtémoc Cárdenas y posteriormente fundaron el PRD, pugnaron por la apertura del sistema político en todos sus ámbitos (especialmente en temas de comunicación como la reforma electoral de 2007), una vez que se han convertido en gobierno federal, buscan cerrar el modelo de comunicación política y volver al modelo soviético de propaganda, es decir a los monopolios de la información.
En México tenemos una legislación electoral absurda en materia de comunicación política: es un modelo restrictivo para candidatos y medios de comunicación, recién incluidas las redes sociales, que complica las campañas políticas y el acceso a la información del ciudadano interesado en votar.
La oposición tuvo una oportunidad de lujo para unificar argumentos para cuestionar el ejercicio de revocación de mandato que no levantó pasiones, en un país en el que crece el desinterés por votar.
Si la oposición en su conjunto hubiera construido su mensaje bajo la premisa: ¿qué harías con 1,600 millones de pesos?
Apuesto que hubieran tenido mejores frutos pero, ¿de qué sirve un gran mensaje si no hay unidad ni organización para enfrentar con entereza a su adversario?
ULTIMALETRA
Requerimos un modelo moderno de comunicación política, alejado del que hace 15 años se adoptó y, por supuesto, ajeno al modelo soviético que hoy muchos impulsan en América Latina.
lrmaldonado@uach.mx
Consultor en comunicación política y coordinador de comunicación de la UACH.