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EL QUIÉN ES QUIÉN SEGÚN PALACIO NACIONAL

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Comunicación para el Bienestar

Como casi todo el catálogo de “garantías” y “derechos fundamentales” en nuestro país, el derecho de réplica también nació como un instrumento electoral creado por y para los partidos políticos, desde un grupo de funcionarios que sintió dañado su honor y decidió defenderlo mediante una herramienta jurídica que pusiera límites a la libertad de expresión, a la información falsa o imprecisa o a los periodistas y medios de comunicación que caen en la tentación del “sicariato”.

El problema es que esta figura nació desde la óptica del interés particular del poder político y luego del proceso electoral de 2006 del que muchos, sobre todo el actual presidente, no salieron conformes, y no de los intereses legítimos de las audiencias o periodistas. Tanto así que tuvieron que pasar casi diez años para que la ley reglamentaria para el mandato constitucional del derecho de réplica viera la luz, no sin antes atravesar por las impugnaciones de inconstitucional de los entonces líderes nacionales del PRD y Morena, Agustín Basave y Andrés Manuel López Obrador, respectivamente.

Pero ¿Cuál era el problema? Algo tan subjetivo como el agravio. Es decir, la ley reglamentaria establece que el derecho de réplica puede ser usado cuando se difunda una información falsa o inexacta que agravie a una persona, pero tanto el PRD como Morena argumentaron el numeral uno del artículo 14 de la Convención Americana de Derechos Humanos, que dice que cualquier persona tiene derecho a ejercerlo cuando un medio de difusión difunda información agraviante, aunque ésta fuera verdad.

Finalmente, la Suprema Corte de Justicia de la Nación desechó las acciones de inconstitucionalidad, pero, al parecer, el primer mandatario no abandonó la cruzada contra el subjetivo agravio e inauguró la sección “Quien es quien en las mentiras de la semana”. Baste este amplío antecedente para decir, sin agraviar, que dicha sección, entonces, no se trata de un ejercicio democrático, como aseguró la diputada plurinominal suplente de Morena en Puebla Ana Elizabeth García Vilchis, quien se encuentra al frente de la sección.

Sin que bastara con lo establecido en la fracción dos del artículo segundo de la Ley Reglamentaria del Artículo sexto constitucional, referente a los espacios y mecanismos para que cualquier funcionario público que se sintiera agraviado tuviera la oportunidad de defenderse ante los improperios de la prensa y medios de comunicación, o de las dos horas diarias de conferencia matutina, se decidió establecer este espacio.

El periodismo es una actividad que, en esencia, tiene como principal objetivo la consecución de datos y la construcción de una noticia o una opinión. Así de fácil, pero también asíde complejo. Posicionarse ante al gobierno federal desde el frente periodístico en México, implica poner en juego la objetividad que requeriría la actividad profesional.

En medio, hay una realidad, que al convertirse en materia periodística puede convertirse en una verdad o en una mentira. Todos mienten, diría un afamado doctor, personaje ficticio de la televisión, y es que tal construcción falaz, puede operar tanto para vanagloriar las acciones del gobierno en turno o bien, para demeritarlo. Tan grave lo uno, como lo otro. No obstante, la sección “Quien es quien en las mentiras de la semana”, pone énfasis en los periodistas que, desde la oficina de presidencia, se percibe que publican de manera dolosa, datos contra Andrés Manuel López Obrador o su gobierno.

Tal pieza está a cargo, como dijimos, de Ana Elizabeth García Vilchis, antropóloga social de profesión, quien explicó en pasados días que el objetivo de la sección es “aclarar o desmentir la proliferación de noticias falsas, noticias con verdades a medias o noticias abiertamente tergiversadas que distorsionan las acciones del gobierno de la República o del presidente”.

Verdades a medias, mentiras completas, la apuesta del gobierno federal al crear este espacio parece menos clara de lo señalado por García Vilchis. Más allá de lo errático que pueda parecer esta nueva pieza de comunicación gubernamental, en el fondo, queda la perspectiva de que no es presidencia de la República, tal vez, ni las conferencias mañaneras en particular, el espacio en donde tenga que hacerse este análisis informativo. Espacios ciudadanos (o cuasi ciudadanos), como los observatorios de medios podrían llevar a cabo tal ejercicio, con una metodología sólida, que pueda poner ojo sobre quienes publican datos imprecisos de manera consistente.

Vista a distancia, “Quien es quien en las mentiras de la semana”, se convierte en un ejercicio poco preciso, hecho a modo, dirigido a determinados medios o periodistas. O bien, en el fondo se piensa que al ciudadano hay que enseñarle quien o quienes ejercen un mal periodismo. Legítimo derecho de réplica, instrumento político con fines doctrinarios o solamente falta de confianza en que el pueblo bueno, sin una guía patriarcal, sea capaz de conformarse como una opinión pública que sepa distinguir las notas falsas de las verdaderas.

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