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EL FEMINISMO Y LA MÁQUINA ELECTORAL

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Iveth Serna

De un lado indignación, del otro, indiferencia. De un lado la lucha contra la violencia, del otro, la lucha electoral. De un lado mujeres feministas, del otro, mujeres policías. De un lado el “muro de la memoria”, del otro, el “muro de la paz”. En medio, tres metros de imposibilidad de entendimiento.

México: Diez mujeres son asesinadas cada día. Solo uno de cada diez delitos sexuales será resuelto. Casi el sesenta por ciento de las mujeres ha sufrido algún tipo de violencia sexual. Dos mil mujeres desaparecen cada año. Mil sufren algún tipo de delito por razón de género.

Estas cifras legitiman un movimiento necesario y pertinente para luchar en contra de la violencia de género, un tema de grandes proporciones en nuestro país por su naturaleza sistémica, pero también, por la equidad e integración de la mujer en todas las áreas de la vida pública y privada.

A pesar de traer todo el argumento y solides en la teoría, estos movimientos no han sido capaces de ganarse la simpatía colectiva de las mujeres mexicanas, la falta de articulación y visión política las limita a un movimiento centralizado y urbano.

Les ha faltado pericia para recoger e integrar las pequeñas-grandes luchas regionales, la de las mujeres afrodescendientes de la costa chica de guerrero, la de las mujeres en búsqueda, la de las desplazadas, la de la diversidad religiosa y muchas más que forman una compleja amalgama de deudas históricas con el bienestar de la mujer.

Les falta barrio, les falta pueblo, les falta comunidades, les falta ciudades, les falta comunicar, a nivel de piso, con empatía y solidaridad el fundamento legítimo y necesario de su lucha, pero que no es entendida por la señora de Zapopán, de Morelia, de Ecatepec, de San Pedro, de Ramos Arispe.

Por su parte, lo que parece desdén e indiferencia del gobierno federal no es más que un frío cálculo político, Andrés Manuel López Obrador es una máquina electoral, ha recorrido tres veces el país, entiende lo que piensa de los movimientos feministas la señora que vota en Tuxpan, en Macuspana, en Lázaro Cárdenas, en Vallecitos, en Ciudad Juárez, en Tijuana, sabe que la marcha feminista, por más estruendo que pueda provocar en México y en el extranjero, no le restará votos de sus bases, todo es cálculo, lo mismo que la alianza con el Vede o la candidatura de Salgado Macedonio, no es personal, es electoral.

Los colectivos feministas deben aprender la pericia política, bajarle a la soberbia y subirle a la empatía con las mujeres de todos los pueblos. El gobierno federal debe aprender que algunas luchas no suman votos, pero salvan vidas y restauran dignidades. Ambos deben aprender que el diálogo derrumba muros.

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