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Con Sentido Comun de Mujer.

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María Esther González Aguilar.

El siguiente texto lo redacté hace casi cuatro años en este prestigiado medio. El tema es tan vigente que parece perenne por la normalización ciudadana y permisividad (tolerancia excesiva o condición de permisivo) institucional. ¡Va!

En días pasados tuve necesidad de realizar un serie de trámites y gestiones en varias instancias gubernamentales tanto estatal como municipal; las experiencias fueron verdaderamente unas tragicomedias; por un lado, persiste un burocratismo extremo, no tienen protocolos de actuación, ni un *checklist* sobre los trámites y servicios. Si el documento debe tener la firma del responsable, pasan horas –en el mejor de los casos- para que el directivo se digne atender, si no, tendrás que regresar a ley de sus…ganas.

Preocupante es, la apatía, indolencia e insensibilidad de los funcionarios públicos que sienten que te están haciendo el gran favor y peor es que, como ciudadanos, tomamos estas actitudes como *natural*, lo aceptamos sin chistar, se nos olvida que están para servir. Reflexiono.

La política, los partidos y los políticos, todo lo contaminan. Con sus honrosas excepciones, el abuso del poder, el tráfico de influencias, la soberbia, la prepotencia son el común denominador. La clase política y muchos funcionarios públicos se caracterizan por cero humildad, falta de compromiso, sin sensibilidad social, ah! pero cuando se trata de que los ciudadanos depositen su voto, se vuelven personas que traen una *varita mágica* que quitará todo mal; a todo mundo saludan, sonríen; repiten hasta el cansancio que resolverán los muchos problemas, luego –si ganan- se esconden, no contestan mensajes, menos llamadas telefónicas y lo que es *pior* no dan resultados ¡no cumplen!

Hay muchos aspectos de la vida cotidiana de los ciudadanos que tienen su origen en decisiones partidistas, de políticos, de la política o de funcionarios que ostentan cargos de lo que no son dignos, ni reúnen el perfil, ah! pero son amigos, socios, familiares de los que gobiernan o de los tomadores de decisiones; el más patético de los casos es cuando son designados *servidores públicos* por haber participado en campañas políticas, estas prácticas nocivas deberían de desaparecer, como ciudadanos exigir que cambien.

Como sociedad, somos corresponsables del nefasto comportamiento que tiene la clase política y los servidores públicos, se debe tener el valor civil de reclamar y exigir resultados; que hagan bien su trabajo, que cumplan, que dejen de sentirse seres omnipotentes, que hagan a un lado la actitud de *estar haciendo el gran favor* cuando atienden a los ciudadanos, como también, dejar de dar preferencia a los *recomendados* y recurrir al tráfico de influencias.

Pregunto: ¿hasta cuándo?
¡Es cuanto!

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