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CARO Y EL KIKI

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Comunicación para el Bienestar

Rafael Caro Quintero aseguró que no se dedicaría más al narco. Así se lo dijo a Anabel Hernández en entrevista hecha desde la clandestinidad. Recién había salido del Reclusorio Preventivo de Guadalajara en el 2013, en donde vivió la última etapa de su reclusión que había transcurrido en cárceles de alta seguridad. Según las autoridades, el “capo de capos” ya no representaba peligro, por eso ya no ameritaba permanecer en este tipo de penales.
El enojo del gobierno norteamericano no se dejó esperar ya que consideraban una burla haber liberado (por minucias jurídicas) a Caro Quintero, quien estaba acusado de haber torturado y asesinado al agente de la United States Drug Enforcement Administration (DEA) Enrique Camarena Salazar. El hecho sangriento fue considerado una afrenta por los norteamericanos quienes habían hecho del agente un símbolo heroico de su lucha contra el crimen organizado.
En la historia de México hay personajes importantes que han transformado el destino de nuestro país, Enrique “Kiki” Camarena Salazar, indudablemente es uno de esos, la muerte de este agente de la DEA ha marcado el rumbo de la política de combate a la delincuencia por casi cuarenta años.


Desde entonces, Rafael Caro Quintero ha sido el chivo expiatorio con el que el gobierno mexicano ha calmado la sed intervencionista del gobierno estadounidense, pero también, con el que varios políticos y funcionarios mexicanos, hoy día de primer nivel, han logrado escalar su carrera en total impunidad.


Su detención entonces fue tazada en 20 millones de dólares por la DEA y el pasado 15 de julio de nuevo fue capturado en la frontera entre Chihuahua y Sinaloa, en tierras del triángulo dorado. Y según la Secretaría de Marina fue Max, un perro entrenado quien dio con el paradero del narcotraficante. En las escenas de la detención Rafael Caro Quintero se ve entero, pese a sus casi setenta años de edad.
Entonces la confusión se centra en el papel de la DEA en la detención del narcotraficante, pues mientras la agencia asegura haber colaborado (sin especificar la manera) en la captura, el gobierno mexicano señala que el operativo había sido planificado y ejecutado por efectivos de la Marina Armada de México, lo cual le costó a la institución la vida de catorce de sus elementos al desplomarse un helicóptero que formaba parte de las acciones encaminadas a la detención.


De acuerdo con el análisis de InSight Crime y del Instituto de Guerras Modernas de West Point (Modern War Institute), la captura de Quintero no es más que un acto simbólico que “curiosamente” se da después de la reunión de los presidentes de México y EEUU en un periodo electoral compartido en el que ambos necesitan historias de gran impacto mediático, pero contraproducentes para el combate de los cárteles de la droga.
El mismo Falko Ernst, analista senior de México de Crisis Group, escribió en su cuenta de twiter que la captura de Caro Quintero es una “medida cosmética que satisface la presión de EEUU y de la DEA”. De esta forma, la postura unánime es que esta detención es un retroceso o una continuidad en la fallida estrategia de combate a las drogas y evidencian la incapacidad o el desinterés de ambos gobiernos de dar soluciones reales.
Dicho de otra manera, el operativo que cobró la vida de catorce marinos no tenía como intención desmantelar una importante célula del crimen organizado, el objetivo era Caro Quintero por la afrenta contra Kiki Camarena y por todo aquello que pudo haber realizado en alguna época, no más.

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