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NINGUNA ÉLITE ME REPRESENTA

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Luis Rubén Maldonado Alvídrez

La teoría de la representación política ha explotado como una bomba en el que sería el siglo de la democracia: el nuestro. En teoría, este siglo en el que vivimos iba a ser en el que se consolidara la democracia como forma de vida. La realidad se nos ha impuesto con personajes que en otras épocas era imposible pensar que tendrían acceso al poder; claro ejemplo es Donald Trump, quien es la evidencia contundente de que la teoría de la representación popular explotó para hacerse añicos.

El gran ideal de la democracia griega, esa que era directa y sin intermediarios demostró ser poco práctica. Sin embargo, sigue siendo el ideal de muchas personas y de gobernantes con tufo autoritario que amenazan a la democracia como la conocimos en el siglo XX.

El célebre Noam Chomsky describió como las élites políticas propiciaban el aislamiento de los ciudadanos, frente a lo que en su momento fue calificada como la “caja idiota”, es decir la televisión. Para el pensador estadounidense, esta era una forma efectiva de control social. La televisión como fuente de entretenimiento e información aislaba a cada individuo en su casa y hacía poco relevante la opinión con el vecino o vecina.

Hace más de dos décadas esta manera de consumir información se transformó radicalmente gracias al internet. Antes de su irrupción, los canales de comunicación eran pocos y controlados; hoy en día son muchos y descontrolados, a grado tal que hay quienes caen en la tentación de querer controlarlos por vías legislativas y han fracasado en acotar la libertad de la red de redes.

Irónicamente el internet ha democratizado el acceso a la información, pero, también ha detonado la caducidad del modelo de representación democrática: cada vez son menos los que creen en dicho modelo porque hoy tienen voz propia, sin intermediarios para hacerse escuchar. Esto ha hecho frágil uno de los pilares de la democracia moderna: pensar que una sola persona puede representar los intereses de miles.

La democracia moderna y sus modelos de comunicación política aún no alcanzan la velocidad que la tecnología ha traído a la comunicación y a la democracia en sí. Están un proceso complejo de entender el presente para adaptarse; en ese tiempo la crisis del sistema representativo ha arrojado una democracia totalitaria y fanática.

Hoy en día, en comunicación política, vemos con claridad que las élites han perdido peso y lo han ganado personajes que antes carecían de legitimidad, como el caso de Donald Trump. La desconfianza en las élites ha sido bien aprovechada para intentar destruir instituciones y la confianza se ha entregado a manos llenas a una sola persona con característica muy particulares: son estridentes, farandulescos, necios al extremo, rígidos e inalterables y con causas concretas y titánicas que combaten a sus enemigos con agravios y presiones.

ULTIMALETRA

A través de sentimientos, como la ira, contra élites o instituciones, mismas que avalaron sus triunfos electorales, ganan seguidores y polarizan a la sociedad, tal y como lo hizo el mismo Donald Trump.

lrmaldonado@uach.mx

Consultor en comunicación política y coordinador de comunicación de la UACH.

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