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MALDITA INCONSCIENCIA

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María Esther González Aguilar

Cada día que transcurre de este inédito periodo de pandemia, es más frecuente conocer que personas muy cercanas a nuestro entorno se han contagiado y padecen Covid-19. La mayoría logra superar la enfermedad que provoca estragos en el organismo y deja secuelas principalmente en el sistema respiratorio, también son muchos los casos de amigos, compañeros o conocidos que fallecen o pierden a un familiar.
Duele, y mucho, conocer casos, desgarrador es escuchar la narrativa de quién ha pasado la amarga experiencia de ver morir a su familiar por Covid-19. El duelo es aún mayor y el calvario inicia desde que la información de la situación del paciente fluye muy lenta o al menos así les parece; luego, porque la persona abandona el plano terrenal en soledad, en un cuarto de hospital alejado de sus seres queridos, por consiguiente, no se despide como tampoco ningún integrante de la familia puede estar cerca y cuando les entregan sus restos, la recomendación es no abrir el féretro, inhumar en unas horas, con ceremonias fúnebres con limitada presencia, no pueden honrarlo como se quisiera.
Existen familias enteras contagiadas, se dan casos de que pierden a varios de sus integrantes, pero lo que más lastima y duele, es la falta de conciencia de muchos, tanto para realizar actividades no esenciales en la vía pública como resistirse a seguir las cinco reglas sanitarias básicas para evitar contagiarse y contagiar. Es notorio el importamadrismo de personas que sin tener necesidad de salir de casa pasean por plazas públicas y comerciales; entendible, que quien por cuestiones laborales tiene que salir lo haga con todas las medidas preventivas, a estos últimos, gracias por cuidarse y cuidarnos.
Si bien parte de la irresponsable actitud ciudadana tiene que ver con decisiones acciones o mensajes contradictorios de los gobernantes; también hay que reconocer que en ningún lugar, habrá suficientes cantidad de recursos humanos o materiales que alcance para revertir la conducta inconsciente de muchos. La autoridad se ve rebasada por su limitada capacidad de respuesta, hay esfuerzos pero los mismos funcionarios muestran evidente frustración, impotencia y hasta desesperación de no lograr que la gente entienda, se cuide y se quede en casa.
El SARS-CoV2, llegó para quedarse, tendremos que adaptarnos a convivir con él, pero en este momento y en tanto no se descubra una vacuna o el tratamiento, la palabra, acciones, actitudes y decisiones están en nosotros. Es tiempo de cambiar y pasar de una cultura de valemadrismo a una con conciencia y compromiso social, porque de otra forma, la maldita inconciencia que se está demostrando se llevara a más, muchos de ellos contagiados por Covid-19 si, pero sobre todo por el virus de la irresponsabilidad y la falta de conciencia.
También hay quien a pesar de todo lo descrito, aún dudan de que exista el virus, dan juego a falsa información, a teorías extremas de conspiración producto de un complot global para quitarnos la libertad entre otras, mientras tanto hay que tener conciencia y actuar con compromiso social. ¡Es cuanto!

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