ario Campos
1. Personalidades múltiples. A veces se presenta como el candidato ciudadano, otras como férreo defensor del priismo; es defensor del gobierno actual pero reciente critico de la corrupción y la impunidad. En política tener muchas identidades es tener ninguna.
2. La falsa normalidad. Los ciudadanos quieren ver políticos como ellos pero presumir que se come las tortas con las manos o que viaje en avión comercial como si fuera algo extraordinario solo acentúa las diferencias entre el candidato y los votantes.
3. El tono peolonero y burlón. Acusar a Corral de torturador o a Ricardo Anaya de tocar el ukulele y no la guitarra colocan al candidato en un personaje que no le queda. El candidato no debería ser el golpeador que para eso tiene a otros a su alrededor.
4. La tentación populista. Ayer prometió que “Todas las niñas y los niños que nazcan durante la próxima administración nacerán libres de pobreza extrema.” Oferta de quien fue Secretario de Sedesol y de Hacienda dos veces sin grandes cambios en la pobreza.
5. La tentación autoritaria. Quizá el peor tropiezo hasta ahora ha sido la amenaza contra Animal Político, medio caracterizado por las denuncias contra la corrupción. El gesto lo colocó como un intolerante a la crítica, incapaz de explicar un señalamiento de un medio y de la Auditoría Superior de la Federación.
Con esas fallas y la ayuda de Andrés López Obrador y Ricardo Anaya que todos los días afirman que su campaña no levanta y que su cambio es inminente, José Antonio Meade enfrenta uno de los peores escenario para un candidato priista en la historia reciente del país.