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MI FELICIDAD SE LA LLEVÓ EL ABORTO

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Juan Chávez

A Tina muy pocas veces en 35 años la sonrisa le ha salido de «verdad», ella dice que «no es que no sea feliz, sólo que siempre hay un algo aquí dentro que me incomoda el corazón, es como si la conciencia me reclamara el por qué soy feliz o algo así, sabiendo lo que hice, pero era una niña y qué sabíamos allá en el rancho en Tlaxcala de cosas para cuidarnos y más, cuando los papás exigían sobre todo en las niñas, matrimonios a temprana edad porque si llegábamos a los 18 sin casarnos ya casi olíamos a mujeres quedadas, por eso a los 15 años me di cuenta que estaba embarazada».

«La primera vez que me bajó creí que me iba a morir, yo qué sabía de eso apenas rebasaba los 12 años y mi mamá jamás nos dijo a mis 2 hermanas y a mí el proceso natural que vive el cuerpo de una mujer, además, era de dar vergüenza y cuando le dije, al ser yo la más grande de las 3, me agarró del brazo y arrastrando me llevó al corral, me dio unos pellizcos y un golpe en la cara porque se lo dije delante de uno de mis hermanos y mi papá, me dijo que eso era una vergüenza y que buscara una sábana en desuso, que hiciera como cojines y así después de usarlos había que lavarlos, nadie me explicó qué pasaba, mucho menos que podía salir embarazada».

Martina hoy de 50 años de edad recuerda con cierto grado de ternura a su vecino 3 años mayor que ella, cómo empezaron bailando en la cancha del pueblo ante la mirada de todo mundo y luego se hicieron novios a escondidas y pues, «pasó lo que tenía que pasar dijeran por ahí, yo ni sabía que era eso, él me presionó se podría decir y pues por allá en el cerro sucedió como 2 veces. El período ya no me vino y yo me sentí feliz porque por fin mi cuerpo entendió que eso a mí no me gustaba, mi madre me dijo que me brillaban los ojos distinto a lo normal y que me lleva con la partera. Yo sentí vergüenza y miedo cómo me tocó y le dijo a mi mamá que tenía como mes y medio que estaba preñada, los golpes no se hicieron esperar hasta la casa, me trajo a guamazo limpio por las 4 cuadras que eran de la casa de aquella mujer hasta donde vivíamos, por más que me preguntó quién era el papá nunca le dije y él supo el chisme en el rancho y jamás me volvió a buscar».

Narra que a los 3 días de que le dijeron del embarazo junto con su mamá la subieron a un camión y la llevaron a Sonora a otro rancho por allá en la sierra, «llegando mi madre habló con una prima, la que nos dio alojamiento y al otro día llegaron 2 mujeres, me obligaron a tomar algo como un té, me sentí mareada y luego como con contracciones y me sujetaron, ya no supe de mí, entre sueños recuerdo ver a mi mamá a esa que dijo ser mi prima y a aquellas desconocidas y sangre en unas sábanas amontonadas en el suelo de tierra, luego otro té caliente y un vendaje, cuando me medio recuperé mi madre me dijo que ya estaba limpia de pecado, no comprendí a la primera al paso de las horas y el dolor en mi vientre y la sangre que recordé me dieron a entender que me habían quitado a mi niño o niña, jamás supe que era».

Tina dice que se volvió solitaria y rencorosa, odió a su madre hasta el último día en que ella respiró, a su papá porque estuvo de acuerdo en el aborto, nunca va a la tumba de ellos, conoció ya de nuevo en Tlaxcala a un buen muchacho chofer de una «corrida» y no lo pensó mucho, se vino a Nayarit con él huyendo de un pasado que no ha podido dejar atrás, ella le dijo a Luis desde que se hicieron novios lo que le había pasado y él le dijo que sus papás eran malas personas y que él no tenía problema alguno por ese asunto, que así la quería.

En la mamá de Luis encontró el cariño de una madre y amiga, en las hermanas de él una familia, llevan casados casi 29 años y tienen una pareja de hijos, a veces cuando los veía jugar o alcanzar alguna meta pensaba en aquel ser que llevó en su vientre, «me pregunto cómo sería, si quizá tendría rasgos como los de algunos de mis actuales hijos. Yo no puedo decir que estoy en contra o a favor del aborto, sólo te quise contar por lo que yo pasé, por lo que viví y por esa carga tremenda que aún llevo en mis hombros. Si en mis manos hubiera estado no habría abortado aunque hubiera tenido que mendigar la comida pero a mí no me dieron a elegir, alguien más decidió que no era lo correcto. Mis padres no murieron sin saber que jamás los perdoné, a mis hermanas y hermanos los veo rara vez, allá siguen, yo aquí encontré a mi verdadera familia y aquí me quedo, quizá un día en un sueño vea ese rostro que nunca conocí y me diga que allá arriba nos conoceremos y pasaremos tiempo juntos».

Su historia me la cuenta con voz tranquila pero sin sonreír, atrás de ella con las manos puestas sobre sus hombros Luis la escucha y la apoya, reprueba lo que sus suegros le hicieron a esa niña que nunca entendió los por qué, ya que después de practicarle el aborto jamás se volvió a tocar el tema en casa. Tina dice que ella jamás podría hacerle algo así a su hija o futura nieta ni a ninguna mujer, «mi corazón dice que tengo 3 hijos y eso nadie me lo va a quitar nunca, hasta que me muera». Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo Juanfechavez@gmail.com

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