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Libertad de agresión

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Luis Rubén Maldonado Alvídrez

Es amo y señor de la agenda. De eso no hay duda alguna. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador dirige la agenda en el rumbo que necesita todos los días desde su conferencia de prensa diaria por las mañanas o en las redes sociales; es un provocador con mucha experiencia. Como dice la gran estratega política mexicana Gisela Rubach, López Obrador hace explotar todos los días una bomba de luz que encandila a la nación completa y hace olvidar lo que se dijo el día anterior. Algo al estilo de lo que se puede observar en las películas “Hombres de negro”, en la que se utiliza el destello poderoso de una lámpara para que la gente olvide lo que vivió.


El mandatario mexicano tiene su propia lamparita que utiliza en su conferencia de prensa mañanera para presentar una nueva provocación que haga olvidar la anterior; un ciclo que se repite de lunes a viernes en el ecosistema político de las y los mexicanos.
Ese eterno resplandor de provocaciones, hacia quienes considera sus adversarios, simplemente domina la agenda pública y siembra la semilla de la discordia, la cual es la apuesta para que su liderazgo político y su partido refrenden el poder presidencial en la muy cercana elección del 2024.


Desde la elección presidencial del 2006, los mexicanos han ido profundizando sus diferencias políticas. En ese surco López Obrador fue sembrando y sembrando sin pausa hasta que, al llegar a la elección presidencial del 2018, había tal polarización en el país, que el extremo más cohesionado era el de AMLO; mientras que las fuerzas opositoras a él estaban pulverizadas. Morena busca repetir esa dosis, puesto que en la elección intermedia del 2021, la unidad lograda por los tres partidos opositores PAN, PRI y PRD lograron arrebatarle el control absoluto de la cámara baja.


Ha quedado demostrado que no hay mejor aliciente político que la unidad, ningún otro da mayor fortaleza. Ambos lados del espectro político mexicano se aferrarán a ella con todas sus fuerzas y, de la misma forma, buscarán debilitar al otro para obtener la victoria.


La estrategia de Morena, en contraste con la oposición, ha sido una feroz lucha contra la más microscópica crítica a AMLO, su gobierno o cualquier funcionario pintado de los colores de la cuarta transformación. Ha sido una batalla cruel contra los “anti AMLO”, puesto que en ella hay pocas ideas y argumentos, el objetivo es la humillación pública para que sean manchados públicamente y la vergüenza los aísle.


Y como escribió el investigador argentino Mario Riorda en un gran texto publicado en verano del 2020 (bit.ly/3ZSf6JO):“la idea de triunfar frente a los otros para humillar, ridiculizar, para producirles vergüenza pública. Estas prácticas se dan en los bordes del espectro político porque pueden silenciar el medio. Porque la vergüenza no busca el consenso, sino el ridículo. La vergüenza no busca ideas o razones, sino risas y lealtad”.
Esa vergüenza pública hace que los moderados vivan un mutis permanente. No es “cool” tener una postura moderada, hay que definirse por un lado del espectro político, pero no quedarse en medio porque serán tachados de tibios, miedosos y otros tantos calificativos.


Tener una postura moderada, para ponerle rostro y quizás apellidos, la podemos ver en líderes parlamentarios, gobernantes o dirigentes de partidos opositores al presidente mexicano: piden mesura, diálogo, búsqueda de consenso. Pero, desde Palacio Nacional les contestan con un grito de guerra y descalificaciones y no queda más remedio que tomar las armas y declinar la civilidad política.


La falta de civilidad en la clase política mexicana de la actualidad nos arroja debates legislativos llenos de insultos y hasta golpes físicos; que se han vuelto la costumbre y no la excepción. Modos nada democráticos al interior de una democracia. Y mientras todos y todas pelean, nadie llega a acuerdos, no hay consenso. La incompetencia gana porque es más importante la agenda electoral que la de gobernar diariamente para brindar soluciones.


Lo único que importa es la guerra electoral. Y el Tlatoani, alimenta el fuego de la guerra, pues entre más guerra exista, ganará él y sus huestes.


No hay razón en la conversación pública, ni argumentos que valgan. Es la guerra sin cuartel de verdades: mi verdad contra la de los demás. En la actualidad, la verdad se reduce al juicio de las emociones propias y de ahí que vivamos intensamente la posverdad.
Y como escribió en el texto mencionado líneas arriba el argentino Mario Riorda:el límite entre la libertad de expresión versus la libertad de agresión es borroso
En este contexto tan bélico, donde las agresiones se esconden en las ropas de la libertad de expresión, México tendrá sólo dos elecciones: en los estados de Coahuila (norte de México) y el más grande (electoralmente) que es el Estado de México, el cual se disputan con singular rabia las dos candidatas: Alejandra del Moral y Delfina Gómez.


ESPRESSO COMPOL
Los procesos electorales del 2023 serán un ensayo para la madre de todas las batallas que será la elección presidencial del 2024. No sea tan optimista como para esperar una campaña limpia y madura, especialmente de quienes sean apoyados desde el poder presidencial.

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