José Luis Delgadillo
La relación de pareja es un vínculo en el que confluyen dos componentes esenciales: el amor y el erotismo. Por un lado, el afecto es esa experiencia que, más allá del enamoramiento, vincula distintos aspectos de nuestra capacidad asociativa, tales como la comunicación, la capacidad para interactuar en la ternura, la empatía, la confianza, etc.
Sin embargo, existen vínculos afectivos que, como tales, corresponden más a una relación fraternal, es decir, lo que podríamos considerar una amistad, que a una relación de pareja, mientras no exista este otro ingrediente que le da esa característica, me refiero a lo que popularmente se denomina como “sexo” que en realidad se llama “erotismo” y que tiene que ver con nuestra capacidad para disfrutar del placer sexual, de múltiples estímulos capaces de desencadenar en nosotros un cúmulo de reacciones conocidas como Respuesta sexual, y que por otro lado, imprimen un factor más fuerte aun de vinculación, la atracción no sólo física, sino eso a lo que llamamos química sexual, el atractivo más allá del afecto, de los sentidos.
De ahí entonces que, la vida sexual en una relación de pareja es un ingrediente indispensable; a través de esta experiencia aumentamos la sincronía, esa fusión de los sentidos en la búsqueda del placer erótico, que fortalece y en algunos casos, consolida y estrecha el vínculo.
Sin embargo, por otro lado, la sexualidad en la pareja, si bien es cierto que constituye el componente sabroso de la relación, también es sumamente vulnerable, sujeto a un sinnúmero de embates, aun los que parecieran los más irrelevantes, como la cotidianidad por ejemplo, que conlleva el riesgo de imprimir a la relación el peligroso tedio, el aburrimiento, el mal olor de la rutina. Resulta paradójico que aquellos estímulos que fueron intensos en algún momento, a través de la repetición cotidiana, se tornen inapetecibles, gracias a la repetición y a la falta de novedad.
De ahí la importancia de buscar constantemente ingredientes que le aporten a la intimidad en la pareja ese sabor a novedoso… la lujuria en este caso se vuelve necesaria, percibir el deseo de nuestra pareja puede constituir el mejor afrodisiaco; busca de vez en cuando elegir un lugar diferente para el encuentro íntimo, salir de lo cotidiano, romper un poco las reglas.
Está científicamente comprobado que jugar en el sexo, nos permite generar la dopamina que generamos cuando estamos enamorados, de tal suerte que en tus manos está incorporar a la intimidad con tu pareja ese dejo de osadía que te hará volver a vibrar como en el inicio.
La relación de pareja es una experiencia que requiere de la renovación constante, de otorgarle el tiempo y el espacio pertinentes y de cuidar la intimidad sexual que se convierta en el mejor vitamínico para la experiencia amorosa.