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EL OLVIDO DE LAS FORMAS

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Rafael G. Vargas Pasaye

Nada abre más puertas que una sonrisa nos decían las abuelas no hace muchos años. Y es cierto, un buen trato, una atención de calidad derriba los muros más infranqueables. Las relaciones públicas siempre han sido una llave que ayuda a las causas, no en balde hay empresas dedicadas a ese arte.

Los gobiernos de todos los niveles no son ajenos a esta práctica, y hay mandatarios y equipos en diversos escalafones que son especialistas en el buen trato, saben y lo ven como una inversión y no como un gasto.

Lo escrito por Carlos Bonilla Gutiérrez en su libro “Relaciones Públicas. Factor de competitividad para empresas e instituciones”, así como Carlos Navarrete en “Los caminos equívocos de las relaciones públicas” (quien deja muy claro que las RRPP convencionales son instantáneas en su duración, y no conlleva mucho beneficio), merecen una relectura actualizada.

Pues si bien algunos piensan que ver con celebraciones, llamadas, atenciones, cercanía, interés real, para que cuando se solicite algo no sea luego de años de no haber interactuado, va mucho más allá de eso. Recuerdo mis clases con el profesor Jorge Cachinero quien siempre decía invierte tiempo en dar, dar cosas de calidad, contenidos, información, atención, es la mejor inversión que puedes tener, y como los grandes maestros, tiene razón.

Sin embargo, y pese a todos los consejos, en ocasiones los funcionarios de gobierno, por citar un caso, olvidan los procesos más elementales que ayudan a la sana convivencia como por ejemplo atender una llamada telefónica o mensaje, e incluso responder la llamada terminando su actividad.

El servidor público tiene el poder de servir, y desde su posición abrir puertas y ventanas para ayudar a la gente, oportunidad invaluable que se escapa de las manos muy rápido, todo proceso conlleva una etapa de aprendizaje, pero inmediatamente después debe trabajarse en consecuencia.

El cargo tiene una durabilidad depende de los ángulos con que se mire (a algunos se les hace eterno), pero cada día es un pretexto para afianzar la labor profesional y también hacer el buen común, la habilidad personal y las herramientas al alcance de cada uno es lo que permitirá realizar la labor con éxito, respondiendo a quien le brindó la oportunidad, y a quienes lo acompañaron en la encomienda.

Los nuevos funcionarios públicos deben ahora además de todo dar resultados a la brevedad, pues de lo contrario estarán en el escrutinio de la evaluación social contundente, y con una participación mayor, la misma sociedad que exige, puede solicitar su remoción.

El compromiso no es poco, la tarea es ardua, pero en cada rincón y en cada Palacio de la administración municipal, estatal y federal, hay gente talentosa que diario pone su empeño por hacer de nuestra ciudad, estado y país, un mejor espacio para vivir y compartir.

Ni todos los funcionarios son ladrones o corruptos, ni todos son pan de Dios. Pero a cada quien sus resultados lo avalan, y su trabajo es la mejor carta de presentación. Y en esa medida es mejor no olvidar las formas, esas que abren todas las puertas.

@rvargaspasaye

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