Juan Chávez
Tener hijos es una o a veces la máxima aspiración en la vida de las mujeres y el ser padre también se convierte en un aproximado de vida perfecta o inculcada desde la niñez, la familia, el pilar de la sociedad. Pero, ¿qué pasa cuando por cuestiones de salud, de decisión o de otros factores, en un matrimonio no se puede procrear y alguno de los dos, no acepta la adopción como una opción?, hoy quiero compartirles la historia de dos mujeres que han sobrevivido al abandono de sus ex esposos porque simplemente ellas no pudieron ser madres.
Celina pasó de la desesperación, al llanto y a la súplica, “Alejandro por favor no me dejes, ¿crees acaso que yo no quiero tener hijos? Hemos ido a tratamientos, sabes que presento un problema, pero no es mi culpa”, Alejandro no escuchó más, 8 años de matrimonio y la presión familiar por parte de él, terminó minando el amor y la paciencia, un día como cualquier otro él tomó la decisión y se fue, le dijo a Celina que ya no podía más, “los años están pasando y mis padres me dijeron que esperan al menos un nieto de nuestra parte, mis hermanos me hicieron burla, que soy doble poco hombre, porque tú no te embarazas y porque yo no tengo el valor a dejarte y ya basta de eso, voy a buscar a una verdadera mujer que me dé hijos, te envío con Luis (el abogado), la demanda de divorcio”.
Ella renegó de Dios, de la vida, se aisló de todos hasta de su propia familia porque ahí también había algo de presión, “mira a Linda tu sobrina ya va por el segundo y tú pues nada”, comentarios que surgían en cada encuentro familiar.
Para Selene la historia no es diferente pero a ella la confianza en el hombre que amaba la llevó a un doble señalamiento, cuando muy joven tuvo un aborto espontáneo de un novio de la preparatoria, ya casada con Fabián le confió por lo que había pasado, al transcurrir seis años y no embarazarse, él le comenzó a echar en cara que a lo mejor no había sido un aborto espontáneo y que ella se lo había practicado y ahí “te jodieron, ya te dejaron inservible” le dijo un día en una borrachera.
Aquí la historia de vida fue más cruel, porque Fabián la comenzó a insultar día tras día, “eres una mula, ni para parir sirves, mira nada más entre tantas mujeres y me vine a encontrar a la que está a medias”, cuando él la dejó, como Selene dice, “de primero sentí que el mundo no tenía sentido, conforme pasó el tiempo fui sintiendo algo así como una paz interna o un alivio”.
Selene y Celina hoy pueden contar sus historias sin llorar, sin agitarse entre un mar de duros recuerdos y aún cargan con los señalamientos de sus familias por no tener hijos, “es bien duro llegar a alguna reunión y ver que tus primas, hermanas y hasta la vecina puede tener hijos y yo no” coinciden ambas, dicen además que el no poder procrear también las ha apartado del círculo de amigas y de compañeras de trabajo, “porque a veces ellas cuentan lo que vivieron en el embarazo o ahorita ya de escuelas y pagos de mensualidades y de útiles escolares y yo quizá les puedo platicar de mi perro y gato”.
“No sabes cuánto duele no ser madre, yo siempre soñé con una gran panza, con las incomodidades propias del embarazo que se dice tienen a ciertos meses, con peinar una niña con colitas o trenza y llevarla a la escuela, pero nada de eso he podido cumplir”, añade Celina y con la cabeza asienta Selene. Ambas se conocen porque el destino decidió reunirlas, a través de un encuentro espiritual al cual ambas asistieron por separado, pero al contar los motivos del por qué habían ido de inmediato se identificaron la una en la otra.
Hoy la naturaleza está ganando en ellas y sus oportunidades de engendrar son cada vez menos, por lo que ambas están valorando acudir a algún lugar dónde comenzar trámites de adopción, “Creo que ambas podemos dar felicidad a algún pequeñito o pequeñita, ser felices y cumplir nuestros sueños”, dicen con una sonrisa. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo electrónico juanfechavez@gmail.com