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EL INE Y EL FRAUDE

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Rafael G. Vargas Pasaye

 

El fantasma del fraude electoral ronda desde hace varias elecciones en nuestra psique comunitaria, y es que cada vez las competencias se mostraban más cerradas y las ventajas que podría implicar saltarse las trancas de la ley podían ser la diferencia, porque como saben los expertos no es lo mismo defender en la mesa una elección ganada a una perdida.

 

Por varios meses y, sobre todo a consecuencia del resultado de la elección presidencial de 2006, Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores intentaron sembrar el tema del si no ganamos es que hubo fraude, pero corrigieron a tiempo, los números esta vez les eran favorables, y se decidió por no descalificar a la institución que le levantaría la mano como el vencedor.

 

Es cierto que no todos los años se hace una elección presidencial, pero también es cierto que cada uno de los seis años que dura cada proceso se requieren labores que de otro modo complicarían la buena realización del proceso: capacitación, actualización de información, planeación, generación de nuevos espacios, cálculos sobre movimiento poblacional para ajustar en distritos y secciones, en fin, una labor titánica que tiene su punto cúspide el día de la elección.

 

El Instituto Nacional Electoral (antes Federal) merece por lo tanto un reconocimiento especial, así como los miles de ciudadanos mexicanos que cedieron un día de sus vidas para estar en las casillas como funcionarios, soportando de todo un poco, desde las inclemencias del clima hasta los humores de los representantes de los partidos y demás. Esa es la esencia de la democracia, la que arman los ciudadanos, la que confirma que somos una nación que puede salir a la calle para decidir libremente por quién votar, y eso en ocasiones no se valora como se debe.

 

La participación de los funcionarios de casillas también se refleja en los números, tenemos por caso que hubo 908 mil 301 funcionarios de casilla perfectamente capacitados que atendieron el llamado ciudadano, y que le dan certeza. Fueron 156 mil 792 casillas electorales instaladas a lo largo y ancho del país (entre los cuatro tipos: básica, contigua, especial y extraordinaria).

 

Superada esta etapa, junto con los 59 millones 731 mil 200 spots pautados por el INE de autoridades, partidos políticos y candidatos independientes, superamos también la del fraude que estaba en la mente pero que por fortuna se alejó de la realidad, y es que no es tan sencillo burlar los muchos candados que han reforzado nuestra democracia, sin embargo no debe parar aquí este esfuerzo.

 

El INE debe seguir preparándose para los siguientes procesos, y debe fortalecerse a nivel estatal, así como el Tribunal Electoral de la Federación y también los estatales, pues el resultado de este primero de julio por su diferencia entre el ganador y los siguientes competidores no requirió de ningún segundo conteo, pero la siguiente elección nada nos garantiza que no se necesite, así que es mejor estar preparados.

 

Y de nuevo, insistir en que se debe mejorar los números en cuanto a participación se refiere, el gasto y el esfuerzo que se hace para que cada mexicano que aparece en el Listado Nominal asegure su boleta para emitir su sufragio bien lo vale. Así que los que no fueron a votar esta vez ojalá en al siguiente sí se comprometan, al fin ya vieron que el fraude es un fantasma que México ya superó.

 

@rvargaspasaye

 

 

 

 

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