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EDUCACIÓN EN RETROCESO

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José Enrique Rodríguez Oceguera

Educar significa conducir por el camino correcto (educare). Desde la Paideia griega, pasando por la civitas romana hasta llegar a la humanitas de Erasmo de Rotterdam, educar siempre significó buscar la excelencia personal y de búsqueda del bien común. Los instrumentos para ello era un fuerte componente de retórica con gramática, de matemáticas con música, de cultivo del cuerpo con miradas astronómicas. Así, decenas de generaciones en la historia de la humanidad se formaron.

Luego, llegaron los cuestionadores, principalmente desde el ahora llamado marxismo cultural y que en su propia visión se autodenominan teoría crítica. Y su trabajo fue cuestionar todo con el único fin de corromper y destruir esa educación humanista. Foucault, Gramsci, Lenin, Levi Strauss…comenzaron a decir que la educación es solo el pretexto para perpetuar privilegios de clase, raza, sexo, etc. Su desprecio al mérito en la vida, por desgracia, ahora es la norma en el discurso educativo.

En México, José Vasconcelos intentó, desde hace un siglo, que nuestro país tuviera un modelo propio de educación. Un modelo nacionalista que a su vez fuera armónico con necesidades superiores del espíritu. Una educación que fuera práctica y útil para la vida a la vez que noble en relación con los demás ciudadanos. Sus críticos de entonces, son los mismos de ahora, mafias sindicales que buscan perpetuar sus rentas y visiones izquierdistas que buscan solo producir autómatas adictos a su ideología, fundada en el rencor y la ira.

Este modelo nacionalista continuó hasta 1972, cuando se da un viraje con el objetivo de relajar la disciplina. Un claro ejemplo fue la eliminación de los exámenes orales, que obligaban al educando a defender una postura ante un sinodal y a tener claras sus ideas.

A partir de ahí, se han sucitado distintas reformas educativas, según el color en el poder y lo único cierto es que hasta hoy no se encuentra rumbo certero.

La más reciente es la demominada contrarreforma educativa propuesta por al actual administración en clara oposición al modelo educativo que desde 2013 nos rige en México. El todavía modelo vigente centra su acción en capacitar al maestro, pero sancionarle si no cumple con sus funciones; también suma el actuar de los padres de familia para reinvolucrarlos en la formación de sus hijos; a su vez, se intenta que el sindicato de maestros ya no monopolice contenidos y formas, dando más libertad a cada plantel de definir su vida escolar.

Todo eso va a ser eliminado con una vuelta al pasado echeverrista. Más laxitud, más sindicato, más ideología marxista cultural, menos involucramiento de los padres de familia, menos excelencia, menos cultura del esfuerzo.

En otros países, el desencanto contra esta educación es tal que los padres educan e instruyen a sus hijos desde casa (homeschooling se llama el modelo). En México ya hay hogares que lo comienzan a hacer. No sé si eso sea la solución, pero sí queda claro que como sociedad civil no podemos quedarnos al margen viendo como se deforman futuros ciudadanos que se están educando con pedagogías que solo solapan las peores actitudes (por ejemplo, que con solo ir a la escuela ya se accede a un grado, desde preescolar hasta universidad).

En México por fortuna hemos tenido grandes educadores y personajes que han trabajado en pro de una mejor vida colectiva. Vasconcelos, ya citado, ha sido el principal. Pero también un Jaime Torres Bodet, un Justo Sierra, un Salvador Zubirán o, más cercano, un Pablo Latapí o un Agustín Basave. Modelos no nos han faltado, actualicemos esa tradición de pensamiento.

Maestro en Políticas Públicas ITAM

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