Redacción Sentido Común
Pasando las dos de la tarde dio inicio la segunda audiencia de Sugey y Beatriz, acusadas de violentar al niño Erick. Llamó la atención desde el arranque que Beatriz trajera collarín; incluso el juez le preguntó la razón, a lo que ella respondió: “compañeras del reclusorio me golpearon”.
El juez indagó si deseaba dar parte a Derechos Humanos para su protección, pero ella se negó. Ya en la audiencia el Defensor de Beatriz enumeró las heridas, del uno al veinte, y luego del veinte al treinta las cicatrices, donde argumentó que no debían tomarse a consideración, pues a su parecer las heridas no ponían en riesgo la vida del menor.
Incluso argumentó que la desnutrición no es una lesión y que eso le correspondía, igual que la anemia, a la madre del niño. También señaló el defensor que los testigos, sobre todo los familiares, son incongruentes, ya que ellos mismos hablan que desde diciembre no tenían contacto con el niño, y entonces no debe aceptárseles el testimonio.
Volvió a salir en mención la maestra de Erick, pues alegaban que cómo era posible que ella teniendo contacto físico con el niño no se percató de sus lesiones, y si lo hizo, no comunicó a la madre. Cabe señalar que el niño ingresó en febrero a la escuela, pero en abril dejó de asistir, informándole la madre del menor a la maestra vía mensaje telefónico de su ausencia.
En la audiencia salió un nuevo testigo; una mujer con la que al parecer Sugey compartía responsabilidad con los hijos de ambas, esto es, cuando una no podía la otra le ayudaba con el cuidado de los dos niños.
En el caso de la defensa de Sugey, se limitó a decir que no existen pruebas que se le vinculen con lesiones calificadas, sí, por violencia familiar, por omisión, pero no con lesiones calificadas.
Por su parte, la defensa del niño fue enfática en argumentar que las lesiones sí generan y ponen en riesgo su vida. Según los médicos que atendieron el caso, “los hematomas y cicatrices en conjunto ponen en riesgo su vida”, dijeron.
Comentaron que las quemaduras de las manos fueron en la lumbre directa de la estufa (quemaduras registradas el 2 de abril), y por eso el niño no podía usarlas debido al daño ocasionado. Y cuando intentaban curarle las heridas de las manos, él se quejaba o no lo permitía, por lo que de nuevo le pegaban.
La defensa también mencionó el testimonio de una tía de Erick quien manifestó que el niño le dijo “Betty me pagaba”. De su testimonio sobresalió un dato: el 9 de mayo, Sugey acudió a un desayuno familiar, pero fue sola, sin el niño. También la defensa del menor comentó que Erick, según el testimonio de la nuevo testigo, le tenía miedo a Beatriz.
Una de las frases que más llamaron la atención vino del representante de la Fiscalía: “el niño ya no lloraba ni se quejaba, se estaba acostumbrando al maltrato”. Por su parte, la Procuraduría de Defensa de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado de Nayarit se refirió al estado actual de salud del niño que calificó como crítico. Informó además que se le realizó una tomografía cuyos resultados dieron pie a su traslado a Guadalajara, donde los médicos confirmaron múltiples lesiones internas, y ya con la intervención quirúrgica, le quitaron 50 centímetros de intestino y 5 litros de líquido del abdomen.
Tanto a Sugey como a Beatriz se les vinculó a proceso por violencia familiar, lesiones calificadas así como ventaja y ensañamiento en agravio de un menor. La Fiscalía pidió cuatro meses de ampliación para la investigación complementaria y el juez aceptó.
En la sala, ya para salir, todavía retumbaban las palabras que fueron pronunciadas por el hermano de Sugey, tío del niño, en un testimonio: “ni las perras hacen eso”.