Juan Chávez
Desde la niñez hasta sus 25 años, Diana pensó que lo más bonito era tener un hijo y “quizá no me equivoqué, digo quizá porque aún lucho en mi interior y con visitas psicológicas para no renegar del cuerpo que me ha quedado después del embarazo, ya no soy la misma, tengo panza, estrías y mi autoestima se fue al piso o más abajo”, reconoce que daría la vida por Danielle de apenas 6 meses, pequeña, frágil con los ojos intensamente negros, Diana dice que daría la vida por ella sin pensarlo un instante, “pero no termino de aceptar que nunca mi cuerpo volverá a ser el mismo”.
Me muestra fotos que trae en su celular, en la playa con un traje de baño de dos piezas, un abdomen plano, ligeramente marcado por el ejercicio, delgada, estatura regular, piernas firmes, luego pasa a otra imagen donde está sonriendo al lado del padre de su hija, en efecto su cuerpo hacía voltear a más de uno, además de una larga y abundante cabellera negra que pasa más allá de media espalda.
“No, no estoy arrepentida de tener a Danielle pero cómo te puedo explicar que cuando me veo al espejo encuentro flacidez en mi estómago, veo las famosa estrías, en mis piernas hay celulitis y mira, lo que más salta a la vista, se me ha caído el pelo y pues también éstas (señala sus pechos)”; le cuestiono qué dice su pareja al respecto y sonríe, “él me dice que no ve nada de lo que yo le digo; salgo enredada en la toalla cuando me baño porque me da vergüenza pero él solo se ríe y me repite que no entiende por qué hago eso, pero la verdad es que ya me pongo ropa floja y sin verme mucho al espejo, sólo lo necesario” explica Diana.
Ella no es la única que habla de los cambios en su cuerpo, pero si es quien lo señala de esa forma drástica y triste, hay amigas y compañeras, incluso amigos que llegan a decir que sus esposas se quejan de lo mismo una vez que han tenido a sus hijos, pero créanme, la mayoría no ha reparado en ello, más cuando el amor es tan fuerte hacia la madre de sus hijos que las siguen viendo igual de guapas.
Irma es otro de los casos, pero a ella le dio por ir al gimnasio y hacer abdominales, sentadillas y todo lo que se encuentra en las redes sociales para aplanarse el estómago y levantar “mi trasero, yo no lo tenía así, era llamativo pero por más que hago ejercicio nada más no me recupero, de verdad que si (Luis) y yo tuviéramos un dinerito, yo me haría todas las operaciones que necesito para sentirme bien conmigo misma”.
Y en efecto, las ganas de lucir como ven a las actrices, a las cantantes o a las modelos de televisión y revistas, ha llevado a muchas mujeres a hacer en su cuerpo diferentes tipos de cirugía, quitarse, ponerse, realzar, sin embargo a no todas les ha ido bien, hay quienes desgraciadamente en busca de llegar a un cuerpo “perfecto” pierden la salud, quedan dañadas de sus cuerpos, a veces mutiladas, otros incluso en estado de coma y en casos muy extremos pero no aislados pierden la vida.
Pienso que las mujeres son bellas por naturaleza, que les agradecemos arreglarse cuando van a una fiesta o cuando salen con sus amigos o con nosotros los hombres, es de agradecerse y reconocerlo, pero más allá de una belleza exterior también nos gusta que tengan diálogos interesantes, expectativas de vida, planes de un futuro inmediato y a largo plazo, no entren tanto en conflictos físicos.
Mantener una figura sana debería ser por salud propia y no para satisfacer vanidades. Diana e Irma no aceptan que han pasado a una etapa de vida hermosa, con hijos y parejas que las quieren más allá de una panza plana y cuerpo de envidia, aunque como dice un amigo, “tanto la oigo hablar de sus defectos físicos, que un día terminaré fijándome en ellos, no porque quiera, sino porque es la plática de todos los días”.
Y tú, ¿eres madre de familia?, ¿Cómo te sentiste cuando te viste por primera vez al espejo después del parto?, ¿Te cambió la vida? Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correojuanfechavez@gmail.com