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Rumbo al 2024: segundas partes no son buenas

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por Luis Rubén Maldonado Alvídrez



Continúo en el “Manual para buscar la reelección”. Esta tercera parte del manual comienza con una premisa interesante: no convertir a la candidata o candidato en quien el electorado necesita, sino crear en los electores la necesidad de esa candidata o candidato.

La necesidad social.
Gracias a los comentarios que me hicieron llegar durante la semana previa, por diversas vías, que me ilustraron con casos similares al del español Mariano Rajoy en las elecciones del 2008, pero a nivel local. Hay muchos casos a nivel local, en años recientes, de candidatas y candidatos que han querido transformarse en alguien que no son y la falta de autenticidad, se refleja en una comunicación poco efectiva y en pocas simpatías a la hora de sufragar.

Por ello, la idea no es darle al electorado el “candidato ideal” que necesita, sino al revés: crear la necesidad en la sociedad de esa candidata o candidato y renovar el ciclo, muchas veces viciado y que llega a convertirse en una obsesión: darle a la gente lo que quiere. Cuando comienza el ambiente electoral a calentarse, en los equipos de campaña aparecen los atributos del “candidato o candidata ideal”. Y se comienza a preguntar cuántos tiene nuestra candidata o candidato para explotarlos al máximo y acercarlos al ideal que espera la gente.

¿Y si la premisa fuera al revés?

¿Qué atributos tiene mi candidata o candidato que necesite la ciudadanía para tener una mejor ciudad o calidad de vida? Si se plantea de esa manera, la estrategia es distinta, se sale de lo convencional y se pueden tener mejores resultados. Esto para aprovechar las fortalezas de la persona, en vez de buscar acercarla a atributos o deseos que los estudios demoscópicos pueden arrojar, que pueden derivar en querer transformarla en alguien que no es y, en este caso, sería que sus fortalezas sean necesarias para la sociedad y guiar la estrategia hacia lo que algunos llaman “la inevitabilidad” del triunfo. Es decir, es tan necesaria esta persona para llevar los rumbos de un estado o una ciudad que nadie más le puede disputar la victoria. Llegar a esa percepción es parte de plantearse la premisa al revés de lo tradicional.

Segundas partes no son buenas.
Partiendo del punto anterior, como se trata de la reelección, lo primero es no tratar de repetir lo hecho en la campaña previa que derivó en la victoria.

¿A qué me refiero? En primer lugar, habrá quienes aconsejen, a quien busca la reelección, a repetir la fórmula ya probada en la elección previa, pero con algunos cambios mínimos. Habrá otra parte que opinará en cambios drásticos y habrá los moderados que busquen una fusión entre ambas posturas.

Lo cierto es: no se puede reeditar la estrategia de la campaña previa (que en el caso de quienes se reeligen en 2024 fue la del 2021) por razones evidentes: el clima político no es el mismo; en el caso de alcaldesas y alcaldes, no habrá candidata o candidato a gobernador, pero si candidatura presidencial en disputa. Así que, obligadamente, la estrategia no puede ser una segunda parte de la campaña pasada.

Otro factor para no repetir estrategias es que, el equipo original de la campaña previa tiene bajas y nuevas adiciones. Es común que muchos de ellas y ellos ocupen posiciones el gobierno y no puedan estar en la campaña por la reelección, otros sufrieron bajas por grupos que se imponen y porque la candidata o candidato renueva caras con el afán tener más herramientas para refrendar el triunfo obtenido previamente.

La experiencia previa.
Una oportunidad de oro que tienen quienes buscan la reelección es, sin duda, que la experiencia previa, les da mayor conocimiento en las fallas a corregir para esta segunda vuelta. Porque, aunque se haya obtenido el triunfo en la pasada contienda, no significa que no los errores no hayan estado presentes. Alcaldesas y alcaldes que buscan la reelección, tienen muy bien identificadas las fallas pasadas para no repetirlas.

Los adversarios, de igual forma, tienen detectadas las fallas de su derrota y buscarán perfeccionarlas para dar la batalla. Casos concretos en Chihuahua: Cruz Pérez Cuéllar y Marco Bonilla, alcaldes de Ciudad Juárez y la capital del estado.

En el primer caso, el del juarense, tiene una aduana previa a vencer: la resistencia del grupo que perdió la candidatura al gobierno del estado por Morena y que busca quitarle la reelección. Y es precisamente ese grupo interno, que orquesta ataques virulentos en su contra para intentar descarrilarlo, quien busca los puntos débiles, a costa de su compañero de partido.

En el segundo caso, el del capitalino Marco Bonilla, Morena le ha intentado bombardear proyectos importantes (que eran promesa de campaña) desde el cabildo, en una especie de guerrilla. Y perfeccionarán sus ataques contra acciones de gobierno, funcionarios y panistas en general con el afán de bajarle sus bonos y seguramente elegirán a un candidato sin mucha posibilidad de triunfo, pero si mucho ánimo por el golpeteo.

Ambos deben de estar preparados. Y no sólo ellos, cualquier alcaldesa o alcalde que busque la reelección debe tener claro que el 2024 será la campaña más virulenta y sanguinaria de tiempos recientes.

Antes de tener la posibilidad de la reelección inmediata, pocos candidatos y candidatas tuvieron la oportunidad de repetir como tales. En Nuevo León, el priísta Natividad González Parás fue candidato perdedor en 1997 y electo en 2003. Caso contrario, el del también priísta, el queretano Fernando Ortiz Arana, quien fue candidato del PRI a gobernador de su estado en 1997 y volvió a ser postulado en 2003, elección que volvió a perder.

En Chihuahua capital, Don Luis Fuentes Molinar buscó ser abanderado a la alcaldía en 1983, después de un exitoso trienio 1977-1980. Logró la postulación que generó gran inconformidad al interior del PRI y perdió ante Don Luis H. Álvarez. Otro caso es el de Alejandro Cano Ricaud, quien fue alcalde suplente del difunto Jorge Barousse, entre 2002 y 2004. Logró ser candidato del PRI en 2007 (también hubo convulsión interna) y perdió por escaso margen ante Carlos Borruel.

Ningún priísta en la capital pudo ser reelecto en sus tiempos de gloria. Hasta ahorita la única que ha logrado tal hazaña, es la actual gobernadora Maru Campos.

Durango es un caso peculiar, también: Su actual gobernador, Esteban Villegas fue candidato del PRI en 2016 y perdió por apenas 3.6%, luego fue electo diputado en 2018 y volvió a competir en 2022 por la gubernatura y ahora ganó por amplio margen siendo abanderado de la alianza PAN-PRI-PRD. Su antecesor, el panista José Rosas Aispuro fue candidato del PAN perdedor en 2010 y en 2016 ganó la elección. Sin duda, ambos casos dignos de estudio para conocer fallas y aciertos.

Este manual continuará.

ESPRESSO COMPOL
Los lemas de campaña son fundamentales y los cuales, desde hace más de dos décadas, están llenos de clichés y palabras recicladas. En la siguiente entrega haré un análisis integral de algunos de ellos.

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