Juan Carlos Abreu
Hace tres semanas, cuando estaban por comenzar las campañas, apunté que estas serían un lamentable espectáculo en el que predominarían los ataques, los señalamientos y las acusaciones y que las grandes ausentes serían las propuestas integrales; así ha sido.
También comenté que Andrés Manuel López Obrador arrancaba la campaña como favorito y puntero con una cómoda ventaja. La encuesta publicada hoy por el periódico Reforma no solo lo consolida en esa posición sino que marca una tendencia prácticamente irreversible.
Por lo visto en las precampañas y en la intercampaña, la posibilidad de los otros candidatos de repuntar parecía difícil, hoy se ve casi imposible y la única probabilidad de que López Obrador pierda terreno es que sea víctima de errores propios y que estos fueran muy graves. Los intentos de sus adversarios por exhibirlo o denostarlo han sido, por decir lo menos, fallidos. Mención aparte merece la campaña de miedo impulsada por el PRI y el Gobierno, ha sido patética y lo único que ha conseguido es impulsar aún más al tabasqueño. Los estrategas de las camapañas de José Antonio Meade y Ricardo Anaya no han sabido, no han podido o no han querido demostrar porqué sus candidatos pueden ser una alternativa mejor que AMLO para gobernar al país.
Otro dato que revela la encuesta de Reforma que resulta interesante y, para mí preocupante, es el hecho de que la preferencia por Andrés Manuel se está trasladando a la intención de voto para la conformación del Congreso. De confirmarse lo anterior significa que el Presidente, como en los mejores tiempos del priismo, contaría con la mayoría del Legislativo (situación que no ocurre desde 1997), sin un contrapeso real de poder y ahí sí, que Dios nos agarre confesados.
