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Don Gurú

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Luis Rubén Maldonado

Hay personas con las que uno conecta por temas de interés afines y círculos sociales afines. Así me pasó con Don Santiago de la Peña Romo, quien me dispensó el lujo de su amistad desde hace muchos años. Es de ese grupo selecto de amigos míos que son “intergeneracionales” y ahora lo explico: Don Santiago y su esposa fueron amigos de mis abuelos Ramiro y Margarita, posteriormente de mi papá Rubén y mi madre Margarita. Muchos años después, la vida laboral nos unió en el servicio público a mí y a su hijo Santiago, en la extinta Secretaría de Fomento Social hoy renombrada Secretaría de Desarrollo Humano y Bien Común. Eso fue allá por finales del 2004, casi dos décadas.

Gracias a Santiago pude convivir mucho con su padre, a grado tal de que me consideró su amigo y conversamos de muchos temas de la política, pero, sobre todo, de historia de un personaje que nos unía: José Martí.

Cuando comencé a participar en medios de comunicación impresos, digitales y electrónicos, Don Santiago siempre escuchaba o leía mis participaciones y se tomaba el tiempo de llamarme y hacerme sus comentarios, orientaciones y consejos, los cuales siempre recibía con gusto.

En 2013 empecé la aventura de conducir mi programa de televisión “Plan de Vuelo” cuyo formato era mezclar la política con el cine. Don Santiago fue un constante invitado para analizar la vida política, platicar de cine e historia. Varias veces hizo dupla con Ramón Gerónimo Olvera y la pasábamos muy bien, además de que era un deleite para la teleaudiencia.

Con la llegada de WhatsApp a la vida cotidiana, Don Santiago y yo sostuvimos una constante relación epistolar. Como hombre culto, escribía unos mensajes reflexivos cada domingo cuando le compartía la liga de mi editorial semanal y servía como pretexto para desviarnos a otros temas en mensajes variados, largos e interesantes.

Así puedo resumir mi experiencia personal con Don Santiago, siempre cercano a mi familia y además de amigo querido.

Como hombre público dejó buen sabor de boca en todas las posiciones que ocupó: era un hombre honesto, directo, apasionado, de férreas convicciones y súper ilustrado, por lo cual con cariño le apodé “Don Gurú”. Recuerdo cuando estaba en la preparatoria, Don Santiago aspiró a ser presidente municipal de Chihuahua en aquella elección interna del PRI de 1998 en la que compitieron Pedro Domínguez, Manuel Russek Valles y Reyes Baeza. La circunstancia no se le dio para haber sido alcalde de Chihuahua, sin embargo, de haberlo sido, hubiera sido un alcalde que hubiera dejado huella.

No fue alcalde, pero dejó huella en todo en la vida pública de Chihuahua; como abogado muy respetado, como persona cálido y de fino trato.

Usualmente no utilizo mi editorial para tratar temas personales, pero hoy la excepción es obligatoria para despedir a un hombre a quien le profesé mi admiración y amistad sin restricciones, quien fue recíproco.

Sepa, querido Don Gurú, que en mi casa colgué ese cuadro de José Martí que me regaló el año pasado y que atesoro muchísimo desde ese día. Hoy ese cuadro es solo una muestra de su amistad que engalana mi hogar.

Hasta siempre, Don Gurú.

ESPRESSO COMPOL

A la familia De la Peña Grajeda: mis oraciones, amistad y solidaridad con ustedes. Son ustedes el mejor legado que han dejado sus padres.

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