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DISNEY Y LA NOSTALGIA

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Fabiola Lara García

Es muy conocida la anécdota de Walt Disney cuando le pidieron una secuela al corto de los “Tres Cochinitos”, cuando al solicitante le contestó: «No puedes superar a cerdos con más cerdos».

Muchos años después, el famoso Jeffrey Katzenberg respetó aquel deseo del Disney a su equipo de trabajo: «El público no quiere ver lo que ya ha visto. Nuestro trabajo no es reciclar ideas, sino crear y desarrollar historias».

Y así, el el 15 de junio de 1994 comenzó la gran fiesta, que hoy da nostalgia: el verano de “El Rey León”. “Aladdín” se había convertido dos años antes en la película más taquillera de 1992, y la revitalización de los dibujos Disney que comenzó en “La Sirenita” era un fenómeno global.

El filme que se mostraba esa noche en Los Ángeles iba a erigirse en el filme animado más exitoso de la historia.

Han pasado 25 años, y la misma historia vuelve a llenar los cines Esta vez solo han pasado semanas desde el estreno de un nuevo Aladdín. Los clásicos hoy nostálgicos de Disney renacen como filmes de acción real. El éxito comercial también se replica. El remake dirigido por Guy Ritchie del relato de Las mil y una noches acumula alrededor de 860 millones de dólares. Es la película sin superhéroes más taquillera del año.

¿El truco? Apelar a la nostalgia de la generación millennial repitiendo literalmente letra y música. Dar al público la fórmula ganadora una y otra vez. Solo dos películas de esta hornada del Disney en carne y hueso superan a Aladdín en recaudación: Alicia en el País de las Maravillas (Tim Burton, 2010) y La Bella y la Bestia.

Los analistas esperan, sin embargo, que la marca de “El Rey León” exceda todo. Incluso si en esos días previos al solsticio de verano de 1994 algunos dudaban del éxito del cachorro llamado a ser rey. El riesgo era no adaptar directamente ningún cuento, pero, para compensar, esta tragedia contaba con las pegadizas canciones de la estrella del pop Elton John (hoy reforzado con Pharrell y Beyoncé) y una maquinaria de marketing bien engrasada impulsada por Disney.

No había precedentes. Burger King regalaba muñecos; Toys ‘R’ Us contaba con un expositor de la sabana; Mattel, Kodak, Nestlé… hasta 186 licencias. Un analista de Wall Street señaló que así ya era «la película más rentable de la historia», recuerda James R. Stewart en el libro DisneyWar. Aquellos experimentos son hoy el modelo.

En una escena en Dumbo (Tim Burton, 2019), un gran empresario mercantiliza al elefante vendiendo peluches como los que en la vida real exponen las tiendas Disney. La lógica de estas reinvenciones nace ahí. «Si no mantienes viva la propiedad intelectual antigua, no se recuerda», explica por correo electrónico Jerry Beck, historiador estadounidense experto en animación y antiguo directivo de Disney TV. «Cuando las nuevas generaciones van al parque y ven la atracción de Dumbo no lo conocen, ¿cómo lo hacen relevante?», agrega Beck. Tras estos remakes, los juguetes vuelven a circular.

El rey león sigue vigente tres décadas después. Su musical, que debutó en Broadway en 1997, es el más taquillero de la historia, y replicó el éxito sobre las tablas en una veintena de ciudades como Madrid, donde lleva ocho años llenando.

Los analistas esperan que la versión de animación fotorrealista supere los 200 millones de dólares en su estreno en EE UU.

«Hay tantos lugares donde ver cine que el objetivo de Disney es llenar salas como sea, mientras refuerzan su propia marca», apunta Beck: «Pero hoy hay muchas otras compañías con ideas originales: Netflix, Dreamworks…». Disney va sobre seguro tras los fracasos.

El argumento de Dumbo sirve, además, para entender otra de las señas comerciales de estas reinvenciones. El elefante volador no era el único protagonista de la película. En busca de convencer a una audiencia diversa, lo acompañaba una niña que quería ser científica. Este mensaje acorde a los tiempos se trasladó a Aladdín. Jasmín, que tenía una flamante canción, añoraba ser sultana, mientras el genio estaba interpretada por la superestrella Will Smith.

Pese al revuelo que causó entre sectores machistas y racistas en Internet, no afectó a la recaudación. El rey león también está llena de voces afroamericanas, y en 2020 llegará la adaptación de la china Mulán, dirigida por Niki Caro, cuarta mujer en la historia en manejar un presupuesto de 100 millones de dólares (y que recibe críticas por huir de la adaptación plano a plano, sin canciones y con personajes modificados. La Sirenita de Rob Marshall, a su vez, se reencarna en la afroamericana Halle Baley, joven de 19 años años que ya es objeto de insultos e incluso de peticiones para blanquear Pocahontas, obviando que, al contrario que Ariel, la raza es la personalidad de la aborigen.

Viva la nostalgia y la polémica de Disney.

La nueva ‘Dama y el vagabundo’.
Hay material para años. Merlín, el encantador, de Juan Carlos Fresnadillo, aparecerá en la plataforma Disney+, junto a La dama y el vagabundo. Y en cine preparan Blancanieves, Cruella (con Emma Stone como villana de 101 Dalmatas), Pinocho, El jorobado de Notre Dame e incluso la moderna Lilo y Stitch. Una vez que comienzan a languidecer los clásicos recordados, y tiren de Los rescatadores en Cangurolandia, el reto será triunfar gracias a secuelas con historias propias. La primera prueba será Maléfica: maestra del mal en octubre, con Angelina Jolie repitiendo su personaje de villana de La Bella Durmiente. Quizás el fundador estaba equivocado. Quizás el público solo quería ver cerdos (o leones) una y otra vez.

La Bella y la Bestia (Bill Condon, 2017): 1.122 millones de euros.

Alicia en el País de las maravillas (Tim Burton, 2010): 911 millones.

Aladdín (Guy Ritchie, 2019): 860 millones (todavía en salas).

El libro de la selva (Jon Favreau, 2016): 857 millones.

Maléfica (Robert Stromberg, 2014): 673,88 millones.

Cenicienta (Kenneth Branagh, 2015): 482,87 millones.

Dumbo (Tim Burton, 2019): 312 millones.

101 Dálmatas (John Hughes, 1996): 284,92 millones.

Alicia a través del espejo (James Bobin, 2016): 266,09 millones.

102 Dálmatas (Kevin Lima, 2000): 163,12 millones.

Peter y el dragón (David Lowery, 2016) 143,7 millones.

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