Rubén Aguilar Valenzuela
La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo (2024-2030) recibe de su antecesor, el presidente Andrés Manuel López Obrador (2018-2024), su líder y mentor, un nuevo y al mismo tiempo un viejo sistema político.
Entre 1920 y 1940, el PRI creó el sistema político mexicano que gestionó hasta su derrota en 2000, con la llegada de la alternancia a la presidencia de la República con Vicente Fox Quesada (2000-2006).
López Obrador desde el inicio de su mandato se propuso restaurar el viejo sistema político priista en el cuál él se formó, militó y desarrolló por 14 años. La figura del presidente Luis Echeverría (1970-1976) lo deslumbró. Quería ser como él.
Uno de los más grandes logros de la presidencia de López Obrador es haber dado vuelta a la rueda de la historia, para volver a traer ese sistema político autoritario que se mantuvo por 80 años.
El eje central del proyecto restaurado es el poder que tiene quien ejerza la presidencia. Todo el sistema político gira sobre esta persona que tiene las atribuciones que le da la Constitución, pero también las metaconstitucionales, que son más.
La presidencia articula los otros nueve componentes, que desarrollé en un artículo en estas mismas páginas (16.09.24) que son: Partido hegemónico; mayoría calificada en las cámaras; no distinción de poderes; República central; control del partido; corporativismo; clientelismo; paternalismo y control de los medios.
López Obrador a estos diez elementos del viejo sistema priista ha añadido otros ocho: Militarización; acuerdo con el crimen organizado; pensamiento único; gobernar solo para los suyos; polarización social; la mentira como eje articulador del discurso; desconocimiento de la oposición y desconocimiento de la sociedad civil organizada.
Militarización. No solo de la seguridad pública sino también de la administración pública.
Acuerdo con el crimen organizado: La estrategia de “abrazos y no balazos” y “no uso de la fuerza pública porque esta genera más violencia”. Con esta estrategia ahora estos grupos controlan un tercio del territorio nacional.
Pensamiento único. Solo pueden ser funcionarios públicos los que piensen como ellos. Los otros no tienen lugar.
Gobiernan solo para los suyos. No se asumen como presidente o presidenta de todos. Los que no son ellos son adversarios o enemigos.
Polarización social. Articulan un discurso para dividir a la sociedad entre buenos y malos. Ellos son el pueblo bueno.
La mentira como eje articulador del discurso. Al pueblo bueno hay que decirle lo que quiere oír. La realidad se esconde y para eso se miente.
La oposición no existe. No son interlocutores del presidente o presidenta. No tiene calidad moral para serlo.
La sociedad civil organizada no existe. Las organizaciones ciudadanas no son interlocutoras del presidente o presidenta. No tiene calidad moral para serlo.
Sheinbaum Pardo tiene un sistema político heredado por su antecesor integrado por 18 componentes, diez del viejo régimen priista y ocho creados por él. Es decisión de la presidenta si gestiona o no este nuevo y viejo sistema político.