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De magia y vocerías

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Luis Rubén Maldonado

En el sector público chihuahuense, así como en el mexicano, la comunicación es el último eslabón de la cadena. Cuando todo anda bien, las áreas de comunicación institucional son ignoradas; cuando algo sale mal inmediatamente son contactadas y se espera de ellas que con su “magia” arreglen el problema o alguna crisis.

La comunicación no es magia. Las áreas de comunicación no son Hogwarts (el colegio de magia y hechicería de Harry Potter) y no deben ser áreas menospreciadas (como comúnmente sucede).

Las áreas de comunicación nunca son reconocidas cuando hay triunfos, pero siempre son culpadas en los fracasos. Ojalá y dichas áreas tuvieran los recursos del célebre Hogwarts para poder hacer un mejor trabajo, pero la realidad pega duro en la cara: al ser el último eslabón en la función pública, tienen que luchar diariamente por darse a respetar y convencer de la importancia de su función,

En pocas palabras: por lo general, a las áreas de comunicación se les trata como a los perros de rancho; esos que amarran en las fiestas y sueltan en las broncas.

Una función muy importante del área de comunicación de cualquier institución pública es la vocería.

¿Qué es la vocería?

La persona vocera es un portavoz, es decir, una persona que usa o presta su voz para

transmitir el mensaje de otro. Es la persona que habla en nombre de, por boca de o por delegación de otro. El impacto que puede lograr, se puede medir aún más su trascendencia: la opinión o la información de un vocero guía las posturas de quienes le escuchan. Desde la antigüedad, se ha entendido que es necesario tener representación, delegar la voz, encargar a un solo individuo del grupo, o a varios, de entregar mensajes a destinatarios específicos.

La vocería no es exclusiva del sector público. Son necesarios en las guerras, en las luchas sindicales, en las cámaras empresariales, en el deporte, en la política, en las organizaciones de la sociedad civil. También en las monarquías, el ejército, corporaciones de seguridad y por supuesto en la cultura y el espectáculo.

La vocería es parte importante de la construcción de imagen pública. Ya que forma juicios y conceptos sobre las personas, las instituciones y los hechos tienen profundas

raíces en lo que los voceros informen o argumenten o, más exactamente, en lo que los medios de comunicación publiquen de lo dicho por la vocería. De ahí su importancia.

La imagen pública es la reputación sostenida en el tiempo; construirla lleva mucho tiempo, pero se puede destruir en segundos.

Una crisis mal manejada puede ser mortal para la imagen pública institucional.

La vocería tiene una función compleja, ya que en la forma como en el fondo un vocero tiene la obligación de ser convincente, especialmente durante una crisis, donde no sólo tiene que convencer sino calmar el ánimo que se caldea mucho.  En cuanto a la forma, todas las manifestaciones de comunicación no verbal, tono de voz, la mirada y la firmeza en la gesticulación son fundamentales.

Respecto al fondo, el vocero está obligado a conocer muy bien lo que va a decir, a establecer las estrategias discursivas necesarias, a seleccionar las palabras precisas y ha de estar preparado para asimilar el impacto de cualquier pregunta o confrontación.

La vocería oficial (como sucede en el sector público es el nexo entre una organización

y los medios de comunicación masiva, y en términos generales, entre una organización y sus públicos específicos. Son personas debidamente autorizadas y entrenadas para “dar la cara” ante la opinión pública.

Voceros capacitados y profesionales son una necesidad, no una necedad, como muchas veces piensan gobernantes o políticos.

Así que, si quienes leen este texto, alguna vez han demeritado la función de las áreas de comunicación o de la vocería, deben de tener en cuenta la importancia de la misma.

Recapitulando.

La persona vocera debe tener claro qué quiere decirle a la sociedad; por qué considern que es importante tal mensaje, y el impacto en la sociedad.

Hay que recordar que la imagen pública es el principal capital de un gobernante. Un vocero sin preparación puede dañar la imagen pública institucional y llevar a la gestión a un fracaso.

ESPRESSO COMPOL

Políticos, gobernantes y funcionarios no deben olvidar: los ataques son parte del trabajo; gajes del oficio.  Es mejor estar preparado para defenderse. Como en el fútbol, una buena defensa hace la diferencia.

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