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SOSPECHOSISMO

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Rafael G. Vargas Pasaye

Fue Santiago Creel, en ese momento Secretario de Gobernación, quien aportara al léxico de la política mexicana el término “sospechosismo” como una práctica de presuponer, suponer, interpretar, creer y obviamente sospechar, de alguien o de algo sobre un tema del acontecer nacional.

La semana reciente tuvimos algo inédito en la actual administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, que él durante varios días no compartiera algún contenido en video en sus redes y canales oficiales, ni se presentara (como lo anunció) en la conferencia de prensa mañanera diaria que tiene lugar en Palacio Nacional.

A esta ausencia notoria se suman diversos factores como la falta de contundencia de quien dejó para relevarlo en las conferencias, o la ausencia de un expediente o al menos una explicación coherente más allá de los buenos deseos de parte de los voceros oficiales, lo cual generó que se “sospechara” de que al presidente le había pasado algo más.

Incluso, el vocero de la presidencia, así como otros integrantes de la clase política del poder actual, salieron a aclarar rumores con ataques, esto es, de nueva cuenta sin información oficial, solo sus buenos deseos e intenciones como escudo y lanza. Eso sí, rumores de mismos medios que en lugar de investigar sobre la salud del presidente, alimentaban en algunos casos los rumores.

Fue hasta el viernes por la tarde (el anuncio de su resultado positivo a la prueba lo hizo público el domingo anterior AMLO), en la que se pudo apreciar caminando a paso lento con un grueso saco que ayudaba a no visibilizar si es que llevaba elementos médicos con él, dando un mensaje y un saludo al pueblo de México, como le gusta llamarle al mandatario.

Gracias a esta acción quedaron despejadas las dudas, el presidente tiene ánimos y buena salud, y eso es una excelente notica, le brinda estabilidad a la economía, gobernabilidad en un año electoral crucial, y por supuesto, esperanza a diversos sectores. Pero perfectamente se puede evitar caer en el sospechosismo si se siguen los protocolos de comunicación de crisis, desde el sencillo parte médico diario e incluso dos veces al día para que se nos diga cómo ha evolucionado el mandatario en términos científicos y no ya de buenos deseos y parabienes.

Porque pese a lo que dijo el subsecretario López-Gatell de la privacidad de la convalecencia del presidente, es por demás ocioso decir que es un asunto de estado saber el estado físico y mental de los mandatarios, nada se gana con esconderlo, incluso el mismo López Obrador ha dicho que su pecho no es bodega, él incluso sería sin lugar a dudas el primero en dar lectura a su parte médico cuando se lo permitan.

Y esto obviamente aplica en cadena, así para los ejecutivos estatales y municipales, y para los senadores y diputados locales y federales, máxime cuando levamos un año sabiendo que la nota de todos los días son los contagios y fallecimientos por Covid.

@rvargaspasaye

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