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POLÍTICAS DE SEGURIDAD POLICIALES vs CULTURALES

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Gerardo Covarrubias

Las actividades artísticas y culturales han demostrado ser una eficaz alternativa en materia de prevención del delito y otros riesgos sociales. De hecho, motivan a la gente a salir de sus casas, y de esta manera, rompen la dinámica de encierro de las personas reintegrándolas al espacio público.

En México, los resultados en materia de seguridad son desalentadores y generan un entorno de creciente desconfianza hacia el desempeño de las instituciones de seguridad pública. En el caso del municipio de León, Guanajuato se documenta un progresivo deterioro en delitos desde 2016, según se muestra en esta gráfica:

Una de las razones por la falta de resultados en materia de seguridad, es que la respuesta política ha sido predominantemente policial y reactiva, a pesar de que el Programa del Gobierno Municipal de León 2018- 2021, reconoció la complejidad y transversalidad del fenómeno de las violencias asociadas al delito, como lo es el Nodo “León seguro e incluyente” con diversos programas que han resultados insuficientes en materia de prevención y contención de los delitos.

El reconocimiento de las violencias asociadas al delito como un fenómeno complejo y multifactorial, coloca el tema de la seguridad más allá de una cuestión meramente policial, lo que demanda desarrollar políticas integrales de largo plazo, particularmente en materia de prevención, que encuadren el fénomeno delictivo desde un enfoque multidisciplinar y no reactivo.

Las actividades artísticas y culturales han demostrado ser una eficaz alternativa en materia de prevención del delito y otros riesgos sociales. De hecho, motivan a la gente a salir de sus casas, y de esta manera, rompen la dinámica de encierro de las personas reintegrándolas al espacio público de modos diversos, entre los más destacados: Colaborando en la recuperación física de calles, integrando a la comunidad en proyectos colectivos y rompiendo la dinámica de encierro de las personas produciendo vida pública en los lugares comunes; es decir, aportando a la confianza interpersonal e institucional.

Esto podría ser una alternativa a largo plazo de las soluciones habituales contra la delincuencia y otros riesgos sociales; además es menos agresiva y costosa que la de poner un policía en cada esquina o delante de cada objeto que consideremos valioso.

Esta alternativa no es ninguna novedad en el ámbito académico ni en el de la gestión cultural, sin embargo, el escaso valor e importancia de las artes y la cultura que otorgan nuestras autoridades (en los tres órdenes de gobierno) impide que se explore con recursos y de una manera seria, por ejemplo, el gasto total del Instituto Cultural de León para el 2020 fue de $78 millones 762 mil 444 pesos, y si los comparamos con los casi 2 mil millones destinados a Seguridad Pública o en concreto, los 53 millones para un Centro de Seguridad Pública (con los resultados expuestos arriba), se constata la poca relevancia y menosprecio hacia la política cultural de la ciudad.

En resumen, al ser la cultura un vehículo privilegiado de comunicación y diálogo que renueva las representaciones de nuestra humanidad compartida, posibilita el mutuo reconocimiento abonando a una convivencia pacífica y de respeto a la diversidad; es decir, construye ciudadanía y democracia. Quizás por eso se prefiere engrosar presupuestos en seguridad con políticas ineficientes y muy costosas que apostar al desarrollo de una sociedad crítica y creativa.

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