Dr. Carlos Díaz Ábrego
No es lo mismo ser un líder de oposición que constantemente critica y denuncia actos de gobierno fundados o no, que estar al frente del gobierno y dirigir los destinos de un país que pide a gritos un cambio político. El líder opositor hoy convertido en presidente de todos los mexicanos, simplemente no sabe gobernar y continua siendo oposición dentro de su propio partido y de su propio gobierno.
López Obrador escribió hace dos años lo siguiente: “Si el crimen y los delitos crecen, es evidente que la miseria va en aumento y que la sociedad está mal gobernada”. En estos 10 meses y medio de gobierno del presidente AMLO, el crimen, los delitos y la violencia han aumentado exponencialmente de acuerdo a cifras oficiales del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública y del INEGI, no hay duda que la sociedad está mal gobernada.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, no se ha cansado de decir todos los días, “que su gobierno es diferente”, “no somos iguales”, “se acabará la impunidad y la corrupción” y un sin fin de frases populistas y frívolas que solo tienen como finalidad que sus destinatarios escuchen lo que ellos le expresaron durante los más de 15 años de campaña en todo el país.
Lo que sucedió el jueves 18 de octubre en Culiacán, Sinaloa marcará un antes y un después en la historia de nuestro país, pero también, para el gobierno populista del opositor presidente que presume un día si y otro también, que él y su gobierno son diferentes y mejores a los anteriores gobiernos. Y vemos con profunda tristeza los mexicanos que es más de lo mismo o peor aún, son más incapaces, ineptos, torpes y hasta fanáticos que han dividido al país entre fifís y chairos: ricos y pobres.
En la historia política de México, no es la primera vez que el gobierno de la república negocia, sucumbe, se arrodilla o se asocia con el crimen organizado para la obtención de beneficios entre la clase política en turno. Siempre hemos sabido de las componendas de nuestros políticos con los delincuentes, pero jamás habíamos visto en directo, ”gracias a las benditas redes sociales”, como los narcos se imponían en tiempo record de 15 minutos y sometían al gobierno a su voluntad y además, con el reconocimiento público del primer mandatario del país: “esa decisión yo la avale y la respalde, en un acto de responsabilidad”. Eso no es otra cosa, más que el estado claudicando, el estado rindiendo la plaza, el estado entregado al narcotráfico donde en México y con este gobierno, mandan los cárteles.
La liberación de Ovidio Guzmán, “El Chapito” por parte del gobierno federal una vez que ya estaba en poder de las fuerzas del estado y su liberación por ordenes del demócrata presidente de México, la noticia dio vuelta al mundo, con titulares como los siguientes: “El gobierno mexicano hizo algo inesperado, liberó a Ovidio Guzmán”, “Los soldados se replegaron tras ser sobrepasados por la gente de Ovidio Guzmán”, “Claudica el gobierno, sicarios se marchan ganando está batalla”, “El Presidente AMLO se muestra impotente contra los cárteles paramilitares”, “El narco impone su ley en Sinaloa y exhibe la debilidad del Estado mexicano”, “Presidente de México defiende respuesta del gobierno de cárteles del narcotráfico”, “Operativo fallido en intento para arrestar a hijo de “El Chapo” desata enfrentamiento masivo y caos, “No queremos guerra” Presidente de México defiende liberación de hijo de “El Chapo”, “La familia del Chapo, agradece al Presidente por liberar a Ovidio”.
Muchos de estos titulares son de periódicos extranjeros como El País, The Guardian, The New York Times, por citar solo algunos y en nuestro país, el Reforma tituló: “Somete Chapito a la 4T”, a lo que nuestro ilustre presidente responde “que el periódico Reforma es su adversario, parte de los conservadores que lo atacan”. Seguramente los otros encabezados serán también de los conservadores que no lo quieren. Y se ufana diciendo que: ”vamos muy bien, muy bien en la estrategia de seguridad”.
No tengo duda que en este gobierno el proceso mas importante y relevante se refiere al rendimiento de las instituciones, a la ineficacia decisoria de sus políticas públicas y colaboradores, empezando por un presidente inculto, ineficaz, ignorante, indolente, mentiroso y demagogo.
¿Qué más tenemos que ver los mexicanos? ¿A dónde va nuestro país?
¡Bienvenidos oficialmente al narco estado mexicano!