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MÉXICO: EL BIG BROTHER DE LATINOAMÉRICA

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Comunicación para el Bienestar

En la política, dicen los expertos, nada hay más importante que el manejo de los tiempos. Con esto se puede construir, pero también destruir, incluso sin hacerlo explícitamente. Esto es, una misma acción puede tener significados diversos cuando se lleva a cabo con un manejo de los tiempos y los contextos diferenciados.

Un ejemplo de esto es el tema de los apoyos económicos brindados por el Congreso norteamericano a Ucrania y su negativa de otorgarlos a Centroamérica. Política y timing que llevó a los congresistas a aprobar en dos días recursos por más de 13 mil millones de dólares para la recuperación del país europeo, lo que originó que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, señalara que tal prontitud no ha sido empleada para ayudar a los países centroamericanos ante el tema de la migración, puesto que el proyecto ya lleva cuatro años en la congeladora a pesar de que la cifra requerida es significativamente menor.

Aceleración selectiva en la toma de decisiones para hacer llegar recursos a países necesitados. Agendas diferenciadas y manejo del tiempo que tiene significados y que señala prioridades y maneras de entender el entorno geopolítico. Y desde luego, el presidente López Obrador hace lo propio y levanta la voz a nombre los países latinoamericanos, acusando exceso de burocracia en un elefante que está cada vez más grande y más reumático. Reclamo oportuno en un entorno en el que el mandatario se juega la continuidad de la cuarta transformación.

Y es que el tema no sólo es el otorgamiento de los recursos, sino que ellos habrán de servir para replicar en Centroamérica los programas Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro, entre otros, que han sido emblema de la política social lopezobradorista. Y al margen de la discusión se sitúan las víctimas de la guerra y de las políticas migratorias quienes continúan padeciendo de una caprichosa perspectiva global de apoyos económicos, en el que la consecución plena del bienestar parece todavía muy lejana.  

México debería dejar de asumirse como el hermano mayor de América Latina y evitar actuar sobre la región con los mismos parámetros paternalistas que lo hace Estados Unidos con nosotros. Es innegable que, en parte por su privilegio geográfico y en parte por su pasado histórico, nuestro país tiene una gran influencia sobre el resto de los estados al sur del continente, sin embargo, ello no nos da derecho a asumirnos como el defensor de los pueblos y mucho menos como el más calificado para guiar su destino.

En México, el derecho de libre determinación funciona más o menos como la Doctrina Monroe para los estadounidenses, lo usamos para erigirnos como los “protectores” de los pobres del sur y con ese argumento violamos su derecho de decidir sus propias formas de gobierno, perseguir su desarrollo económico, social y cultural y de estructurarse libremente, sin injerencias externas y de acuerdo con el principio de equidad.

El plan con el que el presidente Andrés Manuel López Obrador pretende “salvar” a los hermanos centroamericanos es noble sí, pero altamente injerencista, “estamos ayudando en varios países de Centroamérica”, dijo, pero ¿a qué precio? Además, criticar a Estados Unidos por no invertir en los proyectos de México es tan grave como criticarlo por apoyar los planes expansionistas de la OTAN, porque cada quien hace con su dinero lo que quiere ¿no dice eso la política de autodeterminación?

Por otro lado, comprendemos muy bien las motivaciones del presidente Biden y de su Congreso para apoyar a Ucrania y viajar hasta allá a ejecutar personalmente los planes de defensa al más puro estilo colonialista, pero ¿cuál sería su interés en invertir en Centroamérica si ya tiene tropas controlando la región? ¿si ya tiene a México controlando sus fronteras? ¿Si tiene territorios autónomos en Panamá, Puerto Rico y próximamente en el Istmo de Tehuantepec?

Por fin ¿somos o no somos? Es bueno que recordemos a Juárez y en él basemos, o digamos basar, nuestra política exterior, pero nos vendría bien también recordar que Nietzsche dijo que “quien con monstruos lucha cuide de no convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo a un abismo, también Éste mira dentro de ti”, y los mexicanos llevamos siglos luchando contra el mayor monstruo del planeta, así que nos vendría bien una mirada al interior.

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