Luis Guillermo Hernández Aranda
En México uno de los principales problemas de salud pública es la obesidad. En los últimos años este mal se ha agravado junto con el de la salud mental. En el caso del sobrepeso sólo estamos por debajo de Estados Unidos a nivel mundial. Somos una sociedad cada vez más sedentaria e incluso lo que es peor, el problema se ha agravado en los niños.
El sobrepeso y la obesidad afectan a más del 75 por cientode las personas adultas, y al 35.6 por ciento de los niños mexicanos. Las estadísticas nos ubican como primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil, y el segundo en adultos, superado solamente por los EE. UU.
Somos conscientes de que la obesidad es el principal factor de riesgo para desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles, como los padecimientos cardiovasculares, diabetes, hipertensión y algunos tipos de cáncer, sin embargo, no podemos cerrar la boca. No le decimos “no” a las gorditas, tacos y tortas, pero tampoco a las botanas. Mucho menos hacemos ejercicio bajo el pretexto de que no tenemos tiempo o dinero. Esto a pesar de que pasamos mucho tiempo frente al celular y salir a caminar es gratuito.
Este estilo de vida nos ha llevado a convertirnos en el país con más casos de diabetes y el segundo en obesidad entre los miembros de la OCDE. Y es que el 16.9 por ciento de los mexicanos son diabéticos y cuatro de cada 10 tienen algún grado de sobrepeso.
No es exagerado afirmar que la obesidad en México es una emergencia sanitaria que ya es un problema de seguridad nacional, por sus altas posibilidad de colapsar el sistema de salud.
La obesidad también resulta muy pesada para las finanzas públicas. Agravando aún más las carencias de nuestro mermado sistema de salud. La obesidad le cuesta a México 1.3 billones de pesos anuales.
Además, el tratamiento de la obesidad y las enfermedades crónicas relacionadas como efecto de ella, como son: síndrome metabólico, diabetes, hígado graso, hipertensión, dislipidemia, síndrome de ovario poliquístico y el asma, representan para México cerca 8.9 por ciento del gasto anual de salud.
De nada ha servido la estrategia de poner etiquetas en los productos chatarra o de cobra un impuesto especial, el llamado IEPS, para desmotivar el consumo de estos productos. El año pasado este impuesto especial superó la meta que tenía pronosticada Hacienda. Por ejemplo, El IEPS de 1.50 pesos por litro a bebidas saborizadas generó 37 mil 756 millones de pesos, cuando se previeron 35 mil 556 millones.
Si seguimos por esta ruta ningún sistema de salud podrá hacer frente a este reto. Lo que es peor es que estamos hablando de una epidemia provocada por nosotros mismos, por nuestros malos hábitos, nuestra nula fuerza de voluntad y muchas veces la falta de educación.