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DESCOMPOSICIÓN

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Dr. Carlos Díaz Abrego

La descomposición social y política que vive nuestro país, México, es total y absoluta. Cada día, cada semana, nos asombra más y más los acontecimientos violentos y sangrientos que tienen como consecuencia la pésima gestión pública del gobierno federal. Ya sabemos que la degradación política que viene viviendo el pueblo, es de tiempo atrás. No podemos hablar, que la descomposición inició en 2018 con la llegada de la 4T, desde luego que no. Pero sí es verdad, qué con la llegada de AMLO y su movimiento, todos los estamentos de la sociedad han acelerado aún más, la putrefacción.

Hoy en día nuestro país, llora sangre todos los días de la mano de diversos grupos del crimen organizado que se han adueñado del poder en todos los rincones de México. No existe un solo municipio que se resista al poder contundente de los delincuentes que hacen y deshacen, ante el silencio y complicidad de elementos de las fuerzas de seguridad nacional, estatal y por supuesto municipal, que han sido infiltradas por el narcotráfico. El poder público ha corrompido a la sociedad en su conjunto. Cómo nunca antes, el ciudadano convive cotidianamente con narcos, sin saber en ocasiones, que a su lado el delincuente es su compañero de mesa.

Los valores morales y éticos están por los suelos, ante el avasallador ejemplo del nuevo estilo de vida seductor del crimen organizado, que es, el que impera en todo el territorio nacional con la fuerza de las armas y la violencia que han convertido el día a día en una competencia de imágenes y noticias de nota roja, entre más violenta y sanguinaria, más poderosa e impactante para todos. Hemos pasado de ver y contabilizar todo tipo de delito de alto impacto, a hechos inhumanos cómo el ver cuerpos desmembrados de mujeres y hombres, hasta niños brutalmente acribillados y ahora sacerdotes muertos dentro de sus templos sagrados.

La clase política toda en su conjunto, es una pudrición que solo piensa en ellos mismos, con el único propósito de conservar sus privilegios y perpetuarse en el poder de la reelección electoral, acrecentando su beneficio a familiares e incondicionales para su propio interés, en demerito de la propia política y de sus instituciones. El que no transa, no avanza, por ende, no existe posibilidad alguna de un resultado social positivo, que tenga cómo resultado el bien común.

La sociedad en su conjunto, ha enloquecido o enfermado de gravedad. Lo voy a explicar. Pedimos a quienes nos han corrompido y llevado al pudrimiento social y político nos ayuden y den soluciones, cuando ellos son quienes han convertido al país, en lo que hoy es. Vivimos un reciclaje de políticos que siguen siendo los mismos o peor aún, más corruptos y malvados, que cambian de partido con falsos discursos de cambio, con el único propósito de alcanzar el poder para beneficio personal. Nunca, pensando en el pueblo.

Es tal la perversión política que vivimos, que un puñado de personas deciden por nosotros poniendo a mujeres y hombres en los puestos de gobierno del municipio, del estado o de la federación, sin importar más nada, que la incondicionalidad a sus perversiones políticas e intereses de hacer negocios y continuar corrompiendo a todo aquel, dispuesto a ganar dinero público, ganando ellos, perdiendo siempre el pueblo. Mientras la sociedad, no dice ni hace nada, más que seleccionar aquel o aquella candidata que en breve se convertirá en autoridad en beneficio únicamente de su grupo y en detrimento de la comunidad.

Después, viene él estúpido comparativo de si aquel o aquella gobernante es más o menos corrupta que la del “otro” partido político. Nos imponen a gente que no conocemos y en muchas ocasiones, son personas sin ningún atributo o capacidad profesional o moral, con la complicidad de los medios de comunicación que nos “venden” a falsos políticos y administradores. Mientras los electores, en automático se conforman con lo que presentan los institutos políticos y votan por los de siempre. La misma casta de políticos saqueadores de siempre.

Así, pasan los años y los años, perpetuándose en el poder arrogantes políticos y déspotas burócratas que se creen dueños de las instituciones, del municipio, del estado y hasta del país. Seleccionando al próximo gobernante para desgracia del pueblo, mientras la sociedad sigue esperando al libertador que pueda cambiar las cosas y traiga consigo paz y tranquilidad a la sociedad. Y ahora, con la colaboración directa del narcotráfico y la sociedad con políticos sin escrúpulos, ¿qué nos espera?

Debemos tener el valor de cambiar todo.

¿No cree usted?

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