#ConSentidoComundeMujer
María Esther González Aguilar
Nayarit ahora tiene un Record Guinness al lograr un mural con la leyenda “Conoce tus Derechos Humanos”, frase formada con trípticos que contienen los 30 artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Son iniciativas avaladas por una marca global que ha expandido su negocio a todos los mercados del mundo. ¿Basta con conocer y no aplicar? ¿Solo con obtener ese certificado es garantía de promover derechos y libertades? ¿Era necesaria toda esa parafernalia? ¿Es suficiente concentrar un solo día en un lugar a cientos y cientos para que, de ipso facto o en automático se respeten derechos y libertades cuando menos de y entre los asistentes?
La respuesta a las interrogantes definitivamente es no. No basta ni es suficiente “convertir lo asombroso en oficial” como dice la visión de la empresa Guinness World Records. No es así como se logra que se respeten derechos y libertades. Se logra con formación, educación básica, elemental y formal; se logra cuando se tiene una cultura y una conducta individual, colectiva e institucional. No basta con invitar a personas, a entregar mano a mano dípticos o trípticos o colocarlos en lugares visibles y de gran concentración, la experiencia dice que: cuando se entregan documentos, un alto porcentaje de quien recibe el material, no le dan lectura y así como se reciben se van al bote de la basura y en el peor de los casos, se tiran en la vía pública.
Puede haber certificaciones de organismos internacionales, una y mil declaraciones, un número infinito de acuerdos y propuestas; a todos los niveles, entre todos los actores sociales y sectores, pero si no hay voluntad política, visión de futuro, compromiso social y que todo se traduzca en acciones; toda iniciativa no avanzará o no prosperará y pasará, en el mejor de los casos, a formar parte del “baúl de los recuerdos” o quedar en buenas intenciones o en el anecdotario político, de ahí la importancia no solo de legislar sino de contar con políticas públicas para garantizar que esos derechos y libertades se practiquen y sean parte de la conducta ordinaria de los individuos; sin presiones, sin acarreos, o solo para cumplir; nunca por moda o porque se le ocurrió a un político, sino que sea producto de la conducta cotidiana de los individuos, es decir, educar y formar, esto último ¡no se hace!
La Declaración Universal de los Derechos Humanos enlista principios sociales, individuales, económicos, culturales y civiles. En el documento, están consignados los derechos y libertades básicas de cualquier persona, independientemente de su raza, sexo, religión, nacionalidad o país de origen. Aprobada por el Consejo de las Naciones Unidas en diciembre de 1948, supuso el primer gran acuerdo entre las naciones del mundo sobre principios y derechos humanos básicos a nivel mundial enmarcados en la libertad, la igualdad y la dignidad humana.
En síntesis, de los 30 artículos, los dos primeros hablan sobre el alcance de los derechos y los beneficiarios. Del 3 al 11 son los relacionados con la persona, la libertad, la presunción de inocencia y el libre desarrollo de la personalidad; del 12 al 17 son derechos del individuo en relación con su comunidad, país o lugar de residencia; del 18 y 21 hablan de libertad de pensamiento, de conciencia, de religión y libertad política; del 22 al 27 son derechos, económicos, sociales y culturales de los individuos para el bienestar y finalmente del 28 al 30 engloban deberes de las personas en relación a su contexto. A casi 71 años de distancia hay temas que laceran, hieren aún a la humanidad. ¿Por qué? el respeto a derechos y libertades solo es discursivo, no educativo y formativo. ¡Es cuanto!