José Enrique Rodríguez Oceguera
En días recientes, el gobierno federal anunció que México contará con el centro cultural -al aire libre-más grande e importante del mundo, a saber 800 hectáreas-. Esto, vía la ampliación y mejoramiento del Bosque de Chapultepec, el cual pasaría de las tres secciones actuales a una cuarta con terrenos del ejército mexicano. La coordinación de los trabajos estaría a cargo del artista plástico Gabriel Orozco, en un esfuerzo conjunto de la Secretaría de Cultura, el Conacyt, la Guardia Nacional, la iniciativa privada y, desde luego, el apoyo de Presidencia de la República.
La idea es ambiciosa y positiva, por ende la aprobación es muy alta. Por lo mismo, no se puede perder una oportunidad histórica de que la Ciudad de México recupere a cabalidad su único pulmón. El Gobierno Federal puso una primera meta temporal de que los trabajos sean evaluados a mitad de sexenio, pero dadas las dimensiones del mismo, sería mejor hablar de la obra del sexenio o, incluso, rebasarle.
Hay que considerar que no es un proyecto que empieza de cero. En la actualidad, el Bosque de Chapultepec ya es uno de los espacios de recreación y cultura más importantes del mundo. En realidad, lo que se busca es mejorar lo que se tiene y extenderlo.
Con esto como antecedente, es importante sugerir algunos temas de agenda de política pública que sumen a tan significativa empresa:
-Se debe evitar, a toda costa, politizar el proyecto. Al ser una idea que potencialmente beneficiará a todos los habitantes de la ciudad y poseer alcances internacionales, su éxito garantizado vendrá de la suma de todo tipo de talentos y recursos más allá de ideologías o afiliaciones.
-Es muy importante tomar en cuenta que no todas las secciones requieren la misma atención. En las secciones 1 y 2 se localizan los lagos, los museos y los espacios más importantes, por lo que la política pública para ellos es de mejoras. Sin embargo, la sección 3 que es Área Natural Protegida es, por desgracia, tierra de nadie. Ahí, prácticamente, está todo por hacer y son más de 200 hectáreas. La inseguridad, el abandono y el paracaidismo son la norma en la tercera sección.
-El ambulantaje debe controlarse. Este tema es el golpe de martillo del proyecto. De nada servirá rehabilitar espacios, si van a ser los líderes de comerciantes informales los verdaderos beneficiarios.
-Conectividad. En sí, un bosque es un espacio para deambular, sin embargo es muy importante que acceder a él o dejarle sea una tarea relativamente sencilla. No todas las personas poseen las mismas cualidades físicas o el mismo ingreso. Ahí, un modelo de conectividad es el campus central de la UNAM.
-Publicitar los sitios no tan conocidos. Actualmente, en las secciones 1 y 2 hay lugares que son fantásticos y que no se conocen. El tótem canadiense, el audiorama, el antiguo monumento a los niños héroes o la misma casa del lago no son tan populares como los grandes museos, el castillo o el altar de la patria. Divulgarles es ampliar y mejorar la experiencia de visita.
-Los costos del proyecto deben ser a largo plazo. En cualquier proyecto es muy importante no solo ver los costos de arranque sino de mantenimiento. De nada servirá una emotiva inauguración si a los meses no hay condiciones o medios para seguir disfrutando los beneficios de tal o cual espacio. A menudo, no proyectar costos correctamente lleva a elefantes blancos.
El Bosque de Chapultepec es un sitio de lo más emblemático para los mexicanos y uno de los sitios de unión como país. Correr en él, aprender arte e historia o, simplemente, admirarle es una de esas felicidades cotidianas que se valoran en extremo. Bien llevado y ante tanta división en lo político puede ser un buen punto en común para revertir ello. Que así sea.
Maestro en Políticas Públicas ITAM
@jerodriguezo