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AMÉRICA SOMOS TODOS O NINGUNO

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Comunicación para el Bienestar

La Cumbre de las Américas es una convocatoria lanzada por la Organización de Estados Americanos (OEA) para que los líderes de los países de este continente se reúnan “para debatir sobre aspectos políticos compartidos, afirmar valores comunes y comprometerse a acciones concertadas a nivel nacional y regional con el fin de hacer frente a desafíos presentes y futuros que enfrentan los países de las Américas”.


Algunos países en clara confrontación ideológica con Estados Unidos aprovechan esta palestra para evidenciar que hay pensamientos, ideologías y formas políticas distintas a la hegemónica, que sean mejores o peores es materia de otra discusión, lo importante es la pluralidad de argumentos porque la polarización del continente es un tema urgente que nos aqueja y que debe ser discutido a la brevedad con la participación de todos. No se trata de qué lado se esté, sino de que se esté para escuchar sin juicios, reconocerse y caminar juntos, pero en respeto a la soberanía y autodeterminación.
Y es que las ausencias y las opacidades son las que han caracterizado el inicio de la primera jornada de la Cumbre de las Américas 2022 que se celebra en los Ángeles, California. Un país, los Estados Unidos, que desde hace treinta años que comenzó a alentar estas reuniones, apostaba por difundir una visión muy propia sobre la política y la democracia en el continente. Al parecer, para aquella época, muchos de esos gobiernos, algunos autoritarios y otros abiertamente dictatoriales, parecían dar una vuelta de tuerca a su destino y emprendían proyectos político-electorales que se decían democráticos.
Procesos electorales (con actores hegemónicos) más o menos limpios, libertades ciudadanas, a grandes rasgos respetadas, lapsos discontinuos de paz y una economía abierta a la inversión privada, pero con niveles de vida bajísimos. Es decir, una perspectiva continental inofensiva y totalmente funcional a los requerimientos del sistema.
El hecho es que hace treinta años parecía un momento ideal para dar inicio a este experimento llamado Cumbre de las Américas, celebrado por primera vez a finales del complejo 1994. Año de la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio entre los Estados Unidos, Canadá y México, pero también manchado por la corrupción y la inestabilidad política y financiera por la que atravesaba nuestro país. No obstante, existía por lo menos la garantía de contar con instituciones políticas fuertes y al mismo tiempo corruptas, pero que aseguraban las mínimas garantías para el desarrollo del sistema.
Tres décadas después, el mapa geopolítico parece inclinarse hacia la izquierda en Latinoamérica. Con una cumbre encima, parece que no hay autodeterminación que valga y, de nuevo Estados Unidos, lista para celebrar la cumbre continental, pero sólo con pase de invitado especial. Y es que resulta que ahora no todos los países son iguales. Cuba, Venezuela y Nicaragua de entrada, fueron excluidos de la reunión. “Nada que hablar con dictadores”, señalaba Karine Jean Pierre, secretaria de prensa de la Casa Blanca.
Es verdad que cada uno de los países de América tenemos nuestros propios problemas y diferencias que es urgente resolver, sobre todo en materia del respeto a las libertades, de sistemas electorales, de democracia y de justicia social, pero esta vez el liderazgo regional que ha mostrado el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dignificado la posición de México y le ha valido el reconocimiento de los países miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, celebrada la semana pasada en Cuba y a la que, en buen atino, el ejecutivo mexicano tampoco asistió.
Y es que el presidente de México no está presente en la reunión, en solidaridad con las naciones excluidas (Cuba, Venezuela y Nicaragua) además de Guatemala, Honduras y Bolivia. Y el mandatario norteamericano, muy al estilo de la Alianza por el Progreso, emprendida por Kennedy en los años sesenta, acude prometiendo millones de dólares para el combate al hambre en la región.
La Cumbre de las Américas encarna un proceso de comunicación muerto desde antes de nacer. Interlocutor que se niega a dialogar con quienes más habría que interactuar. Y Juan Guaidó, traído del ostracismo al que había sido condenado para ser de nuevo utilizado como representante de Venezuela en la justa continental. Y es que así se piensa que se asegura el tipo de política exterior que le gusta al Tío Sam, inofensiva y dispuesta a respetar la continuidad del sistema.
Un mundo, visto desde la óptica que viene de la guerra fría, buenos y malos, que generan despropósitos como seguir pensando en Cuba como un peligro comunista y a Venezuela y a Nicaragua, como bastiones de la izquierda en la región. Sistemas políticos, en realidad ineficaces y a lo sumo corruptos.
Extraña también la invitación que el presidente Biden realizó a España, a lo que el diario Granma inició esta semana con una pregunta ¿será que España está en América? Cuestionamiento que vale para las últimas acciones intervencionistas del país europeo en la política de los países americanos bajo el pretexto de la Hispanoamérica, el último resabio colonial que poco a poco va fortaleciéndose en Latinoamérica, no olvidemos la intención del partido español de ultraderecha Vox de tener presencia, participación e injerencia política en México.
Parece que, ante la pérdida de influencia de Estados Unidos en América Latina, Biden ha encontrado en el país europeo su aliado perfecto y su última esperanza para no perder las próximas elecciones, cosa que, seguramente, sucederá ante la falta de liderazgo y cooperación, el racismo sistémico, la presión económica y la injerencia militar que ha mostrado con el resto del continente.
Pero entonces, la cuestión ante un escenario tan confuso como el descrito, es tener una certeza respecto a la pertinencia de seguir llevando a cabo este tipo de cumbres. Es decir, urge evaluar de manera objetiva si se alcanzaron logros relevantes respecto a la mejora en el bienestar de todos los pueblos americanos.
Además, no sólo los gobiernos han levantado la voz contra la Cumbre, también lo ha hecho de manera histórica la sociedad civil que, del otro lado de la acera, celebran al Cumbre de los Pueblos y por la Democracia que ha convocado a más de 225 grupos en resistencia. Por todo ello, las voces que más resonarán en la Cumbre de las Américas serán las de los ausentes y los inconformes, el mensaje es claro y contundente, Estados Unidos no es América, América somos todos o ninguno.

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