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ADIÓS AL TIEMPO COMPLETO O DE CÓMO LAPIDAR LA EDUCACIÓN

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Comunicación para el Bienestar

Pocos asuntos son tan importantes para los países como la pobreza, la educación, la alimentación y el empleo. De acuerdo con datos de Coneval, en México, más de la mitad de la población puede ubicarse dentro de alguno de los niveles de pobreza, esta crisis se ve reflejada de manera concreta en la calidad de vida y acceso al bienestar de la mayoría de habitantes de este país.

Carencia económica que se traduce en la reducción de oportunidades para obtener un empleo digno y educación de calidad. Por ello, resulta de fundamental importancia el Programa de Escuelas de Tiempo Completo (PETC) pues beneficia a más de 3 millones y medio de niños.

La escuela es más que una institución educativa, son centros comunitarios alrededor de los cuales gira la vida de cientos de familias que dependen de ella, no sólo para que nuestros niños adquieran conocimientos, sino para que estén seguros, protegidos y adquieran herramientas que les den las posibilidades y oportunidades para que puedan soñar y alcanzar mejores proyectos de vida.

Por lo menos una comida caliente al día y tener la tranquilidad de que nuestros hijos están protegidos en lugares seguros, son cosas que las madres y padres de familia que se ven obligados a pasar largas jornadas laborales fuera de casa agradecen desde el corazón, y no es que se trate de ponernos sentimentales, pero sí de hacer un ejercicio de empatía con los 3 millones y medio de niños mexicanos que son cuidados por personas diferentes a sus padres, los que tienen suerte estarán al cuidado de sus abuelos, los que no, quedaran en manos de algún desconocido o solos en casa.

A estos niños en situación de abandono se sumarán los millones que se quedarán sin el programa Escuelas de Tiempo Completo, pero con esto también se vulnera a las madres trabajadoras que ahora deben resolver el cuidado de sus hijos, por lo que atenta contra la igualdad de género, la reducción de las desigualdades y retrocede el camino hacia la paz del país.

El acuerdo por el que se emiten las Reglas de Operación del Programa la Escuela es Nuestra para el ejercicio fiscal 2022, se justifica en algunas metas del objetivo cuatro de la Agenda 2030 que se centra en la calidad educativa, de acuerdo con el documento, a través de infraestructura y no de acciones que promuevan el bienestar real de los alumnos… forma y no fondo.

Por otro lado, en el acuerdo se asegura que el Programa La Escuela Es Nuestra (PLEEN), establece como uno de sus proyectos el Desarrollo del Istmo de Tehuantepec, por lo que “será factible focalizar acciones que contribuyan al logro”, sin embargo, desde la visión de la planeación de la política pública, ninguna decisión puede contraponerse a un objetivo de la Agenda 2030 justificándose en otro objetivo, es decir, no se puede decir que eliminar las escuelas de tiempo completo para dar prioridad a la infraestructura en zonas marginadas es una acción a favor de la calidad educativa si con ello se atenta contra otros objetivos prioritarios como: eliminación de la pobreza, hambre cero, igualdad de género, trabajo decente y crecimiento económico, reducción de las desigualdades y paz, justicia e instituciones sólidas.

Otra justificación es la “Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW, Plataforma de Acción de Beijing y Convención de Belém do Pará)” pero ¡Vaya! ¡Que ni en la peor lógica paretiana estas justificaciones son posibles! Y eso ya es mucho decir.

Por ello resulta controvertida la posibilidad de que la Secretaría de Educación Pública (SEP) dé por concluido el programa, que ya había sido vulnerado en 2020 al sufrir un recorte presupuestal del 50 por ciento. Hoy, de acuerdo con Delfina Gómez, titular de la SEP, estos recursos se destinarían a reparar escuelas ubicadas en distintas comunidades del país carentes de los servicios básicos.

A pesar de ello, queda la impresión que desde el gobierno federal no se ha logrado entender la trascendencia de las escuelas de tiempo completo que se volvieron fundamentales para los niños y para los padres ya que facilita, además de servicios educativos, oportunidades para el empleo y la alimentación.

Es claro que poder emplearse estando en una situación de pobreza se vuelve algo complejo. Deseos de laborar que es también necesidad de ganarse la vida, lo que se dificulta ante la posibilidad del cierre de este tipo de instituciones educativas. Bienestar que se aleja de las familias que no cuenten con un espacio en el cual los hijos puedan aprender estando seguros.

Ahí entonces es donde recae la importancia de este programa que al tiempo que es formativo se constituye como una herramienta capaz de coadyuvar a la construcción del bienestar, rebasando los planes y programas gubernamentales improvisados y electoreros.

Esperamos que el desarrollo comercial del Istmo de Tehuantepec y las jugosas rentas que esto traerá a cientos de trasnacionales, tengan impacto en los 7 millones de niños mexicanos que se están dejando en situación de vulnerabilidad, ojalá que cuando esa región sea próspera, como lo dice el acuerdo, no sea demasiado tarde para nuestros hijos.

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