Jose Luis Naranjo
Es altamente probable que el candidato a presidente de México que usted apoya, sea quien sea, pierda la elección. La pregunta no es ¿cómo va a asumir su derrota el candidato?
No. La pregunta es cómo lo hará usted. Y los, seguramente, millones de personas que lo apoyaron.
Hay de dos sopas:
Se aguanta, acepta y se pone a trabajar o recurre al siempre fiel y además muy aplaudido en redes sociales: No me representa. No es mi presidente.
Le tengo noticias: Quien gane, sea quien sea. Sí lo representará y sí será su presidente.
Nos quejamos constantemente de que los políticos no llegan a acuerdos, que no trabajan en colaboración, que no validan lo hecho por sus adversarios. Pero, nosotros lo hacemos?
El proceso electoral es eso, una fase, una etapa de algo más grande, que tendría que llevarnos al bien común. Pero si no lo entendemos de esa forma, estamos destinados al fracaso como sociedad.
Nos toca elegir, pero debemos estar conscientes de que hay muchos más que no piensan como nosotros, que no tienen nuestras necesidades y que por consecuencia ven su entorno y sus decisiones de manera distinta.
Nadie se equivoca cuando vota, nadie se equivoca por quién votar, eso sí, un ciudadano responsable asume las consecuencias de cómo y por quién lo hace.
Sí el día de mañana su candidato no gana y usted sale con la jalada de que no es su presidente, se las pone muy sencilla. No, toca exigir, vigilar y colaborar con quien ejerza el cargo. Si no, insisto, estaremos destinados al fracaso, una vez más.
Ah. Y no se apasione por sujetos en campaña. Acuérdese que ese es su trabajo, pero a usted y a mí, nos toca vivir aquí, todos los días. Con campañas o sin campañas, con políticos o sin ellos.
