INGENIERÍA DE SIGNIFICADO
Víctor Hernández Estrella
El epílogo de ¡Que viva México!, película inconclusa del soviético Serguéi Eisenstein, describe así el 2 de noviembre:
“El mexicano desprecia a la muerte, pero eso no le basta, el mexicano se burla de la muerte. Esto no es el culto a la muerte, ni el culto a los ídolos de piedra ¡con su silencio impresionante! ¡No! Es el triunfo del hombre sobre la muerte mediante la burla. ¡Tiren las máscaras! (detrás de ellas hay) unos cráneos muy reales, los cadáveres de la clase socialmente condenada, ¿qué hay detrás de esa máscara? ¿no es el hijo de la soldadera?, ¿uno de los seres cuyas manos estaban destinadas a forjar un verdadero México libre? ¡VIVA MÉXICO!”
La reflexión del cineasta me inquiere otra: ¿qué pasaría si, sin una ruptura de nuestras tradiciones, tiramos las máscaras y nos atrevemos a ver qué hay realmente detrás de esa burla a la muerte? Me gustaría que la respuesta fuera una evidencia práctica de amor a la vida en plenitud, en forjar un México libre trabajando a favor de una buena causa, y no luchando en contra de “los malos”. Para mí es una buena idea no burlarme de la muerte y triunfar sobre ella haciendo alegre la vida, dejando un recuerdo grato
