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TENEMOS OTROS DATOS

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José Enrique Rodríguez Ocegeura

En cuestión de empleo, la legislación mexicana es muy clara y nos dice: «se entiende por relación de trabajo, cualquiera que sea el acto que le dé origen, la prestación de un trabajo personal subordinado a una persona, mediante el pago de un salario» (artículo 20, de la Ley Federal del Trabajo). No hay mucho que interpretar, realizas una actividad consentida con un empleador, se te paga.

Si a estos sumamos una serie de prestaciones sociales en materia de vivienda o salud, tendremos lo que se conoce como empleo de calidad. Esos empleos de calidad los registra el Instituto Mexicano del Seguro Social, mediante el dato de los nuevos afiliados que mes con mes se integran a su sistema. Dicha información es totalmente pública y accesible, arrojando los siguientes datos, redondeados para facilitar su lectura: En lo que va del presente 2019, se han creado casi 300 mil empleos; de un año a la fecha se han creado alrededor de 475 mil empleos y el número de empleos de calidad en México asciende a cerca de 20 millones 400 mil trabajadores.

Hasta aquí tenemos solo datos duros, oficiales. Entonces, ¿Cuál fue la polémica desatada alrededor de ellos? Lo que se conoce como medición relativa a de las estadísticas, es decir, su comparación con un número y/o período base. En este caso, los medios especializados en materia económica informaron que la caída en la generación de empleo con respecto al mes de mayo de 2018 fue de un 88.2% (El economista, 19 de junio 2019), ya que se crearon solo 3 mil 983 empleos, comparado con mayo de 2018 que fueron 33 mil 966 nuevas plazas. Ante ello, rápidamente la respuesta del gobierno federal no se hizo esperar: los datos mienten, son trucados. Según esta lógica faltaba incluir los más de 400 mil integrantes del programa Jóvenes construyendo el futuro y las 200 mil personas del programa Sembrando vida (Animal político, 20 de junio de 2019).

Esta contraargumentación se cae por sí sola, incluir en las cifras de empleo a quien recibe una beca o apoyo es como decir que el estipendio que recibe un estudiante por parte de sus padres es empleo o que aquellas personas que en un supermercado una propina por llevar las cosas al auto son también parte de los beneficios del empleo de calidad. La respuesta es un tajante no. La ley es muy clara. Hay un contrato, firmado, con testigos, sellos y toda clases de formalidades es empleo formal. Hay un apoyo gubernamental a un sector que se considere vulberable, no es empleo formal, es una política asistencial o de transferencias monetarias, ¿Por qué? Porque en el primer caso genera riqueza y en el segundo, solo compensa alguna pretensa desigualdad, pero no genera valor agregado.

Bien lo dijo el analista Arturo Damm (Empleo, lo que importa. La Razón, 26 de junio 2019), más allá de las cifras de empleo formal o informal, lo que importa es si este trabajo es prodcutivo o improductivo, que no es el caso de los aprendices o becarios. Así que los datos ofrecidos por el IMSS son aquellos que corresponden a empleos con todas las formalidades que marca el artículo 25 de la Ley Federal del Trabajo : datos generales del trabajador, tipo de trabajo que desempeñarán, horarios, plazos, forma de pago, condiciones y sitio de trabajo, compormiso de capacitación al trabajador, prestaciones, obligaciones de ambas partes, vacaciones, etc. Queda claro que Jóvenes al futuro y Sembrando vida no entran en la definición. Luego, no son empleos formales, mucho menos de calidad.

Maestro en Políticas Públicas ITAM
@jeroceguezo

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