José Enrique Rodríguez Oceguera
Educar quiere decir guiar o conducir (educare en latín). ¿A dónde? A una serie de valores y principios que la sociedad considera como valiosos. Educar implica, entonces, guardar con celo todo aquello que da identidad y prepara tanto para la realización de la persona como del ser colectivo.
En México, con sus altibajos esto se ha entendido así, excepto por dos momentos: en 1934, con la educación cardenista que propugnaba por una visión socialista de la educación y el actual, que incorpora un peligroso concepto: la igualdad sustantiva, que no es otra cosa que abrir la puerta a la ideología de género, forma de adoctrinamiento que busca minar todas las estructuras sociales pre existentes, principalmente la familia y el interactuar de nosotros como ciudadanos.
El pasado 15 de mayo del presente 2019, se modificó la Constitución para introducir el concepto de igualdad sustantiva. Pocos lo notaron. Más de uno parecerá las consecuencias de ello.
Al mismo tiempo, México sigue con su fracaso educativo a cuestas. Según los resultados de la prueba PISA de 2016 (los de 2018-19 están por publicarse) México va a la zaga en el mundo hispanoamericano y su colocación en el lugar 56 de 72 no es algo que pueda presumirse. Recordemos que la prueba PISA es un test estandarizado hecho por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que mide habilidades en materia de comprensión lectora, habilidades en matemáticas y conocimientos en ciencias. Estos exámenes son hechos a adolescentes de 15 años, bajo una metodología muy formal.
Solo para ser más específicos, la Carta Magna exige calidad en la educación y correctos métodos de aprendizaje. Los números muestran otra dirección. 48% de los estudiantes reprueban ciencias, 42% reprueban lectura y 57% no puede con las matemáticas. ¿Esto en qué se traduce? Mínimas capacidades para tener capital humano de primer nivel, inversión en investigación y generación futura de valor agregado en lo que hacemos. Sumemos a esto el desmantelamiento del entramado institucional para poder crecer y generar empleo. La desaparición de Pro México y la injerencia federal en los organismos autónomos van en esa dirección.
Pero no, la Secretaría de Educación Pública en conjunto con el Gobierno de la Ciudad de México tuvo a bien considerar que los problemas educativos van más por el lado de la igualdad sustantiva y decidieron implantar el uniforme neutro para todas las escuelas públicas.
A finales de mayo, más de 3 mil científicos mexicanos enviaron una carta dirigida al titular ejecutivo y al secretario de Hacienda para solicitar reconsideren los recortes al campo científico y tecnológico. La respuesta a esta petición fue inexistente. No es interés federal el promover la ciencia. En voz del responsable de la SEP, lo es la igualdad sustantiva, el uniforme neutro. Mientras China posee una tecnología que está poniendo en jaque a los Estados Unidos, México prioriza el progresismo y el saber ancestral. Cada quién sus prioridades.
Maestro en Políticas Públicas ITAM
@jerodriguezo
