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PASTA DE CONCHOS

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Luis Guillermo Hernández Aranda

Fue el 19 de febrero de 2006 cuando 65 mineros perdieron la vida en Pasta de Conchos. Desde esa fecha los tres niveles de gobierno han hecho muy poco, o mejor dicho prácticamente nada, para remediar las condiciones de vida en esta comunidad.

Pareciera que en México no nos gusta aprender de las desgracias, sólo así se puede explicar todos los accidentes mineros que han ocurrido en diferentes partes de país posteriores a Pasta de Conchos. Sólo así se puede explicar que en San Juan de Sabinas muchos sigan descendiendo varios metros bajo tierra para obtener algún ingreso. Incluso muchos de ellos son menores de edad, quienes deben vencer el miedo para entrar a los famosos “pocitos”.

Trece años después de la tragedia el presidente, Andrés Manuel López Obrador, anuncia que en breve iniciarán los trabajos para rescatar los cuerpos de los 65 mineros que quedaron enterrados en la mina Pasta de Conchos desde el año 2006, pues es un compromiso de su gobierno.

“Se recurrirá a expertos, especialistas, para recuperar los restos de los mineros en Coahuila, con el objetivo de dar respuesta a una sentida petición de los familiares, así como refrendar la vocación humanista de todos los mexicanos”, dijo en la llamada rueda de prensa mañanera.

Las reacciones no se hicieron esperar el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme, comentó: “Vamos a esperar los factores técnicos y sociales que dentro de ello pueden garantizar o no la búsqueda de los cuerpos y restos de Pasta de Conchos”.

“Veremos cuáles son los factores técnicos y sociales que, derivado de esta decisión, se puedan afectar o ser realmente satisfactorios para las familias que tienen la esperanza de encontrar los restos. De eso, a lo técnicamente posible, hay una distancia muy grande”, dijo el gobernador.

En el 2011 el sacerdote jesuita Carlos Rodríguez, coordinador general del Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal), me dijo que el único reclamo de los deudos era recuperar los cuerpos. También hace once años una viuda me dijo: “ya no queremos que nos los entreguen a todos, quisiéramos cuando menos encontrar uno, aunque no sea familiar mío”. Parece que por fin hoy la demanda fue escuchada.

Nadie duda que sea un hecho de justicia, pero más allá de los simbolismos y las probabilidades técnicas de realizar el rescate de los cuerpos no sería mejor que las autoridades de los tres niveles de gobierno destinarán esfuerzos para mejorar las condiciones de vida en esta región de Coahuila donde la pobreza ha sido la constante y las tragedias mineras ocurren todos los días.

@lharanda

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