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María Esther González Aguilar

En la controversial conferencia de prensa que el Presidente de México ofreció en las instalaciones de la XIII Zona Militar con sede en Tepic, una vez más, se evidenció la manipulación, simulación, maniqueísmo, la falta de sensibilidad y compromiso social en las instituciones, los gobernantes y funcionarios. Volvieron a aflorar las filias, fobias, intereses, compromisos, división y frustración de representantes de los medios de comunicación. De nueva cuenta fue notorio la infiltración de personas con otros intereses, las “orejas” y los que se ostentan como periodistas; grave, que superen todo filtro, que –dicho sea de paso- si aplican con todo rigor a verdaderos profesionales de la comunicación.

Lo que ocurrió tras la intervención de Patricia Aguilar Romano, se veía venir desde que, personal de Comunicación Social de la Presidencia de la República, una hora antes de iniciar la conferencia, entró en contacto con ella, es decir, dos personas -una mujer y un joven- conocían, cuando menos el tema. Las preguntas son: ¿Se lo filtrarían a su jefe? ¿Conocían los nombres de los destinatarios? ¿Es parte de una estrategia? y si así fuera esto último ¿Con qué propósito?

Lo que nadie esperó es el impacto mediático a nivel nacional, hecho que por cierto deja bien parado a Andrés Manuel López Obrador por el manifiesto deseo de que el joven aparezca con vida y al gobierno que encabeza, por la inmediata actuación de Alfonso Durazo Montaño, Secretario de Seguridad Federal. El “sospechosismo» fue contra Antonio Echevarría García, que a decir de la comunicadora, conoció del caso y se comprometió a atender al joven y no lo hizo, como también, contra Petronilo Díaz Ponce Medrano, Fiscal General del Estado de Nayarit quien a pesar de afirmar que la dependencia no está involucrada y no encubrir delincuentes, cuando menos públicamente “el golpe esta dado”. Ambas figuras localmente ha provocado que “tirios y troyanos” se desgarren venas y vestiduras.

Ante los resultados, coincido que Alejandro Gertz Manero, Fiscal General de la República ordene la atracción del caso bajo la figura de desaparición forzada, se investigue a profundidad, a la brevedad y finalmente aclarar si el joven Alexander Emmanuel López Rodríguez fue o no víctima de una desaparición forzada o se oculta por temor al sentirse en peligro e indefenso. Como comunicadora, lamentaría mucho que se confirmara la versión de que el caso de su desaparición fue orquestado, montado para exhibir –en parte- la no intervención estatal y porque está en juego la de por si frágil credibilidad de las instituciones, los gobernantes, los comunicadores y los medios.

Concluyo, acepto mi frustración por no haber sido “seleccionada” para formular tres peguntas al Presidente. Será para otra ocasión y si se cumple el principio sine qua non, si siempre y cuando sí: tenga “suerte” y no exista “mano negra”. ¡Es cuanto!

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