Gerardo Vargas
El ser portero es ya de por sí una decisión poco fácil. Estar desde la posición donde puedes mirar al resto del equipo, se necesita serlo y parecerlo. Gianluigi Buffon nació para esa posición, el mejor de su generación para muchos.
Debajo de los tres palos de la Vecchia Signora se despidió este 19 de mayo en medio de una ovación universal. La magia de la tecnología hizo que sus millones de fans alrededor del globo pudiéramos mirar el gran aplauso que se le dio en el Juventus Stadium, el abrazo de sus compañeros, el de sus adversarios, las lágrimas en el público.
Sólo puede entenderse el amor al gran guardameta cuando uno recuerda que cuando por escándalos ajenos a la cancha el equipo Juventus tuvo que descender a la Serie B de la Liga Italiana, o sea la segunda división. Siendo la estrella que es pudo irse al equipo que quisiera, el dinero no era problema, muchos equipos estaban en posibilidad de pagar lo que vale su carta, pero la estrella brilló más cuando decidió quedarse.
Y desde esa categoría buscar partido a partido regresar lo más pronto posible a la primera división, la categoría no sabe de tamaños, pero el guerrero espigado cual Quijote sabía lo que estaba haciendo, pulir y estampar en su alma los colores de su equipo. Un acto heroico que hoy en día está en peligro de extinción. El regreso fue casi inmediato.
Era el minuto 62, el rival será recordado para la historia, el resultado fue lo de menos, la Juventus se levantaba campeón una vez más. Buffon llegó a este equipo en julio de 2001, fueron 655 partidos defendiendo esa camiseta, ganó 9 títulos de serie A, 4 copas de Italia, 5 supercopas italiana, y fue el primer jugador en ganar el escudeto en 9 ocasiones.
Antes de dejar la cancha, grande cómo es, le entregó el gafete de capitán a su compañero Marchisiio. Bien dice Federico Fernández en su libro “Todo lo que sabemos”: “Los porteros maduros son producto de su propia biografía, se imponen la tarea ellos mismos para expiar no sé qué culpa”.
La memoria viaja al 9 de julio cuando Buffon se coronó con la selección de Italia como campeón del mundo en el Estadio Olímpico de Berlín, aquella vez levantó la copa junto con el otro gran héroe Francesco Totti, quien recientemente también se retiró de las canchas, y quien en la Gazzetta dello Sport le escribió unas líneas al guardameta:
“Estoy seguro de que en estos días rebobinarás la cinta de tu carrera. Y es gracioso pensar que en nuestras respectivas películas ambos tuvimos una parte de protagonismo. Nos cruzamos como niños, gradualmente nos convertimos en capitanes y hombres. Defendimos la misma camiseta, la azzurra. Y cada uno luchó por su propia segunda piel: yo la giallorossa y tú la bianconera. Me cuesta recordar todo de manera cronológica, ya que el huracán emocional que se despierta es abrumador. Recuerdo las noches del Mundial, la Copa en el cielo de Berlín, nuestros abrazos. Añado una cucharita, un par de cañonazos que te metí y ¡algunas paradas que igual te habrías podido ahorrar! Y te agradezco por ser el rival y el compañero que has sido”.
Gianluigi Buffon ya era una leyenda, ahora disfrutará fuera de las canchas del futbol, el deporte de sus amores, y dejará el arco solitario tanto de la Juve como de la azzurra, nadie podrá llenar sus zapatos, merece que le vaya bien.