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VIOLENCIA Y PERIODISMO

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Comunicación Para el Bienestar

Primero fue José Luis Gamboa, después Margarito Martínez y ahora Lourdes Maldonado. Los tres asesinados, uno por semana en lo que va del año. Violencia contra periodistas que la mayoría de las veces no solo queda impune, sino que ha sido normalizada desde hace varios sexenios. En el actual 28 informadores asesinados.
El perfil de la muerte de los periodistas llama la atención. Asesinato violento, la mayoría de las veces cerca de su lugar de residencia. Agresividad que parece ser, además, un mensaje. -Vean lo que les pasa por hablar. – Agresiones hechas desde una perspectiva de poder legítimo y/o fáctico que deja sentir su fuerza de la manera más autoritaria.
Destaca el caso de Lourdes Mendoza quien se apersonó en 2019 en una de las conferencias mañaneras del presidente López Obrador para plantearle su miedo de ser asesinada. Por ello, fue incorporada al Programa de Protección a Periodistas y así salvaguardar su integridad. No obstante, el auxilio que se le brindó no fue ni permanente ni eficaz; fue acribillada en el interior de su vehículo estacionado frente a su casa.
Poder que desde la impunidad convierte en letra muerta a la Constitución que garantiza los derechos para opinar y publicar libremente. Sensación de que se busca incidir en lo que se dice, en cómo se dice y en quién lo dice. Formas encubiertas de ejercer la autoridad de la manera más déspota, la que elimina si dar razones.
Escenario en donde el discurso periodístico está mediado por el miedo y por la violencia tácita. Gajes de un oficio que no termina por convertirse en profesión, pero que se ejerce con la pasión por conseguir información. Búsqueda de la verdad que muchas veces incomoda a alguien. Dilemas del periodismo cuando se ejerce en un país de libertades estrechas que se negocian, privilegio de unos cuantos. Entorno en donde los asesinatos de los periodistas apenas son investigados.
Hoy, las marchas, la solidaridad, la indignación, la exigencia para el esclarecimiento de los asesinatos. Mañana, el olvido y la sospecha de que el ciclo habrá de repetirse. Ahora las víctimas somos todos, periodistas y ciudadanos. Nuestros derechos han sido una vez más pisoteados, derecho a decir, a pensar, a saber… a vivir.

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