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VICENTE LEÑERO, IN MEMORIAM

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Estela Leñero Franco

Este 3 de diciembre se cumplieron tres años de la muerte de Vicente Leñero y tres veces tres se le sigue recordando como hombre de letras, como padre, colega, maestro y amigo. Sus obras permanecen y la memoria se hace grande con su trabajo, su creatividad y su vida que se fue.

En el teatro, su presencia está en las obras que continúan en los escenarios aún después de que nos dejó; tal es el caso de Jesucristo Gómez, que dirigió Mauricio Pimentel con la Compañía Sedesierto Teatro en la Casa del Teatro; Noches blancas, dirigida por Francisco Solís Muñoz en Yucatán; Hace ya tanto tiempo, bajo la dirección de Antonio Ortiz; Los perdedores, por Víctor Hugo Vázquez; y la lectura dramatizada, casi montaje, de El infierno, puesta de Luis de Tavira con la Compañía Nacional de Teatro, entre muchas otras. Queda pendiente la segunda parte del homenaje que inició éste con el espectáculo de Sacrificio que contenía un collage de las piezas de su primera etapa.

Las 23 obras teatrales que compiló el Fondo de Cultura Económica son un referente, junto con sus novelas publicadas por diversas editoriales y los guiones cinematográficos que todavía se recuerdan; además del último guión que escribió y que está próximo a estrenarse bajo la dirección de Víctor Ugalde.

Vivir del Teatro es una novela autobiográfica que nos enseña y cuestiona el quehacer teatral. Es un testimonio de los avatares que se sufren, y se disfrutan, para que un texto dramático llegue a los escenarios. Sin consideración y con sinceridad narra, cuenta, devela secretos y nos hace cómplices de lo que muchos teatristas seguimos viviendo. Es un libro recurrente que no ha perdido vigencia, porque los problemas económicos, clientelares y de egos son el pan de todos los días en el mundo teatral.

Él dijo retirarse del teatro después de la puesta en escena de Don Juan en Chapultepec en 1977, pero reafirmó sus pasiones como dramaturgo en su ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua en el 2011, donde su discurso lo tituló “En defensa de la dramaturgia”. En él resaltó la labor en el teatro de Víctor Hugo Rascón –del cual se cumplieron 9 años de su muerte–, considerando que ocupaba la silla qué éste dejó vacante. Víctor Hugo fue su alumno, colega y amigo, y juntos encabezaron muchas batallas en defensa de los autores dramáticos mexicanos. Sus palabras fueron fuertes y sin concesiones. Subrayó las cualidades de las propuestas dramatúrgicas de los autores del siglo XX que parten de la experimentación escénica y reivindicó al teatro que tiene como cimiento el texto dramático que se piensa para la escena.

Vicente Leñero sigue siendo un maestro y una luz para los derroteros que se plantea el teatro de hoy, donde la dramaturgia mexicana es fundamental. Su discurso compromete a nuestra sociedad y a nuestra realidad teatral.

A pesar del intento de hacer perdurable en el presente todo un pasado, Vicente Leñero expresa con sabias palabras lo que nos lleva a la inmediatez del teatro y a la resignación ante el hoy:  “El teatro –y eso lo sabemos con absoluta certeza los dramaturgos mexicanos– no se hace para ganar la inmortalidad o el aplauso del mundo; se escribe apenas, si acaso, para sentir la ilusión de que se captura por unos instantes el fugacísimo presente de la vida que vivimos aquí”.

Este texto se publicó el 3 de diciembre de 2017 en la edición 2144 de la revista www.proceso.com

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