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EL RETO NAVIDEÑO DE UN DESEMPLEADO

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SIMPLES DEDUCCIONES

Juan Chávez

A José le ha angustiado desde hace un par de meses que llegara diciembre, el por qué es muy sencillo, no tiene un trabajo fijo que le permita cumplir las expectativas de sus dos pequeñas hijas, quienes anhelan, un celular, una tablet, ropa, unos tenis y uufff, la lista es grande y el dinero imposible de tener para comprar todo eso y una cena decente.

Tanto él como su esposa han caído en las estadísticas del comercio informal y empleos menores que sólo les han permitido ir comiendo día a día y cumpliendo a medias con lo que les piden en la primaria y en el preescolar, “gracias a Dios la casa es nuestra, no pagamos renta”, señala Vanesa.

José y Vanesa están “tentados” a acudir con los papás de ella, quienes viven en otro estado, pero no quieren a José porque desde el noviazgo consideraron que, “no estaba a la altura de vida que mis padres me dieron desde que nací, pero yo me enamoré de él y es muy trabajador, sólo que ahora una mala jugada de un dizque amigo, nos dejó así”, explica ella, quien aplica los conocimientos que su mamá le enseñó, la repostería, “por puro gusto cocina pasteles, galletas, flanes para la familia, aunque podíamos comprarlos, y yo me interesaba, así que aprendí y ahora hago y vendo en tiendas, o me han recomendado para hacer el pastel de algunas fiestas, pero no es suficiente”.

José por su parte, se levanta para ayudar en un taller mecánico, también se ofrece para pintar casas y “lo que salga, por flojera y situación económica que tenían mis papás pues sólo medio estudié y no sé hacer muchas cosas de oficinas o de alguien con una carrera”, me cuenta José, quien sólo me supera por unos años.

Ha habido días en que únicamente comen las niñas y ellos pues dividen un bolillo para ambos, aunque no niegan que tienen buenos vecinos en esa popular colonia, quienes les han llevado comida ya preparada, conocedores de que no hay gas para cocinar y ahora para navidad y año nuevo, les han invitado a cenar y a compartir en las posadas que se han realizado, pero saben que no pueden continuar así.

“A mí me da una tristeza y desesperación, así como que se me hunde el pecho porque todos los días son difíciles, pero navidad es dolorosa porque mis hijas esperan algo bonito y yo como su padre no podré dárselo, no sé cuántas familias haya así pero, (guarda silencio y llora), creo que tendré que doblegar mi orgullo e irnos a Guadalajara a la empresa de mi cuñado, me ofrece trabajo, salario y una casa de él sin renta, pero me siento humillado, aunque él nunca me vio así como el resto de la familia, por abajo del hombro, por eso yo creo me voy a animar, y por Vane y las niñas”.

Vanesa dice que ha apoyado a José pero que si hay una mejor posibilidad de vida no se negará a volver al lado de su familia llevando a su esposo.

Cuando salgo de platicar de la casa de ambos, veo a un radiante par de niñas jugando con otros chicos más en la cochera de una casa, ahí uno de ellos sostiene una tablet en su mano y el resto tienen celulares, escucho que uno de ellos, de escasos 10 años dice, “el wifi está fallando”, observó y las hijas de José y Vane a quienes sin egoísmo alguno sus vecinitos les comparten lo que ellos observan en sus modernos aparatos.

Me retiro recordando cómo era la infancia de hace algunos años, de balones, de bats, de juegos de té, muñecas, nenucos, barbies, de triciclos y bicicletas, claro, igual que ahora, unos de mayor costo y otros de menos, quizá las cenas no eran como hoy de pavo, ensalada de manzana, cuernitos, bollos, sidra, árboles naturales que considero un verdadero desperdicio, luces, ventas nocturnas, certificados de regalos y bueno tantas cosas “modernas” que no me alcanzaría este espacio para enumerarlas.

Considero que para padres de familia con un salario promedio, debe ser sumamente complicado alcanzar a cumplir con las expectativas de sus hijos, por ello, los créditos en tiendas departamentales se saturan, lo peor es que llega el próximo diciembre y la deuda de la actual navidad no concluye, a veces quisiera la navidad de antes, donde los abrazos, un buen pozole, refrescos, agua fresca y un pastel, era lo máximo con toda la familia llenando la casa, así, de esa forma, ni el frío se sentía. Mándame tus comentarios, dudas y sugerencias a mi Facebook Juan Félix Chávez Flores o a mi correo juanfechavez@gmail.com

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