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¿Quién sale ganando con la marcha?

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Rafael G. Vargas Pasaye

La marcha que precedió al cuarto informe de gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador tiene muchos ganadores, empezando claro por él mismo, tomador de calles por excelencia no iba a dejar que ciudadanos que no simpatizan con su movimiento se fueran limpios en la otra marcha que tuvo lugar en el mismo sitio dos semanas antes.

También ganaron las “corcholatas”, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y -quizá el que más- Adán Augusto López, fue el encargado del evento, pues les dio proyección a sus aspiraciones, caminando al lado del presidente.

Ganaron quienes aspiran a alguna candidatura en 2023 en Coahuila y Estado de México y en el 2024 en todo el país con el Senado, la cámara de diputados federal y los otros tantos estados donde se renuevan cargos. No resultaría extraño incluso que dentro de los requisitos que solicite Movimiento de Regeneración Nacional para el registro de candidaturas agreguen pruebas de que asistieron a esta marcha.

Ganó el conocido arte del “acarreo” pues quedó institucionalizado de ahora en adelante, nadie se podrá ruborizar de utilizar recursos públicos para facilitar las labores de apoyo de la siempre bien informada sociedad participativa y espontánea. Aunque sea ilegal, ya el presidente lo volvió legítimo.

Ganó la excusa y el pretexto del doble discurso del trabajo 24 horas pues ya no tendrá lógica debido a que todos y todas presumieron en videos o fotos su estadía en las calles capitalinas, en avenida Reforma o en el Zócalo, dejando así que alguien estuviera a cargo en esas horas de millones de ciudadanos, de diferentes ciudades y entidades.

Ganó el personal que trabaja en transporte foráneo, cientos de choferes y dueños de autobuses tuvieron su agosto en noviembre, siendo prácticamente el último acto masivo del año, y quizá del sexenio, pues los siguientes serán los de la campaña presidencial de 2024.

Y por supuesto ganó la marcha a favor del Instituto Nacional Electoral, epicentro de esta otra marcha, al quedar claro que dolió en la parte más central del movimiento transformador, en la línea de flotación de la credibilidad del presidente, dueño del poder dueño de la calle, pero no dueño de la percepción ni de la verdad.

La pregunta vale: ¿Por qué tenía que demostrar poder el político más poderoso de México?, a quién tenía que demostrarle que la suya, su marcha, es la más grande de todas, cuando ya se sabía desde antes.

¿Fue mensaje más para la oposición, o para el grupo interno?, en especial para aquellos que ahora funcionarios han olvidado los principios básicos del movimiento, que parece inician claro, con una marcha, tomando la calle, siendo oposición desde el gobierno.

Todo sea pues por el “Humanismo Mexicano” como nombró el presidente a su forma de gobierno, a la que le quedan dos años todavía.

@rvargaspasaye

www.consentidocomun.mx

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