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¿QUÉ PODER JUDICIAL TENEMOS EN NAYARIT Y A QUÉ PODER JUDICIAL ASPIRAMOS?

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Francisco Javier Rivera Casillas*

Esta interrogante la hice en el marco de los festejos de los 100 años de vida de Nayarit como estado libre y soberano.

Hay evidencia que la interrogante sigue vigente. Me explico.

Recientemente el poder judicial padeció una de sus más agudas crisis de credibilidad, a partir de que algunos servidores judiciales fueron señalados de haber atentado contra la ley.

Hoy en día, con su derecho de audiencia a salvo están enfrentando el juicio correspondiente.

En aquella ocasión y desde una lógica del estado ideal de las cosas, me pronuncié por un poder judicial que estuviera a la altura de los festejos del centenario.

Soy perseverante y sigo en esa línea de pensamiento.

El Poder Judicial debe estar acorde y en sintonía con la realidad que enfrentan las instituciones de la república.

La dinámica con la que evoluciona la sociedad y particularmente el derecho nos plantea un imperativo impostergable, modificar prácticas obsoletas o anacrónicas que se enmarcan en la opacidad y el hermetismo.

Me refiero a uno de las decisiones más relevantes que periódicamente toma el Pleno del Tribunal Superior de Justicia.

Se trata de la elección del Magistrado que presidirá a los plenos del tribunal y del consejo hoy reunidos en esta sesión pública.

La decisión es central, pues a partir de ella se deben trazar y ejecutar las acciones que vengan de una vez por todas y en el marco de nuestra constitución refundar nuestra vida orgánica y con ella dar paso a una nueva época del Poder Judicial.

Si quienes formamos parte de las instituciones y del poder público, no nos planteamos una profunda renovación e incluso una refundación, quedaremos rebasados por los nuevos tiempos.

Si aspiramos a un poder judicial que responda a las exigencias actuales debemos iniciar por el principio.

Pareciera un pleonasmo pero no lo es.

El principio en justamente la elección de su presidente.

El tema debe asumirse con absoluta transparencia y apertura hacia la sociedad, pero particularmente y lo digo enfáticamente de frente a la institución.

Es por ello, que resulta impostergable diseñar un proceso de elección nítido, que a partir de una convocatoria emitida por quien en su momento presida, se privilegie la discusión de las ideas mediante la presentación de proyectos que en sesión pública las expongan quienes aspiren legítimamente a esta alta responsabilidad.

Al seno del tribunal y del consejo de la judicatura, la libertad de disentir hoy más que nunca debe ser una garantía inquebrantable que permita enriquecer sustancialmente la discusión y el debate de las ideas que conduzcan al fortalecimiento la función jurisdiccional, génesis de la existencia del Poder Judicial.

Solo así, estaremos en condiciones de emitir nuestro voto con elementos objetivos y compromisos a la vista.

No podría ser de otra manera, quienes tenemos la honrosa y delicada función de hacer valer el derecho, estamos obligados a proceder en consecuencia al seno de la institución.

Hacer valer el derecho es respetar y dar eficacia al concepto de la trasparencia en sus distintas connotaciones y alcances.

* El autor es Magistrado del Tribunal Superior de Justicia de Nayarit y este mensaje lo dio previo a presentar su propuesta para regular el procedimiento a seguir en la elección del Magistrado Presidente.

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