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Ningún chihuahuense de bien defenderá a Corral

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Luis Rubén Maldonado Alvídrez

Javier Corral Jurado mientras fue gobernador no tuvo más ley que sus propios caprichos. Desde que fue diputado local, Corral Jurado ha pensado que las y los chihuahuenses somos imbéciles y nos ha querido tratar como tal.

¿De qué vive Javier Corral en este momento que es sólo un ciudadano común? Tiene casi tres años sin trabajar y vaya que vive muy bien en la Ciudad de México.

La noche del pasado 14 de agosto, Corral Jurado estaba en uno de los lugares de en la Colonia Roma, de la Ciudad de México, cuando personal de la Fiscalía Anticorrupción de Chihuahua intentó detenerlo, tras tener presuntas acusaciones por corrupción.

Sin embargo, el exgobernador chihuahuense de funesta memoria aplicó una clásica de la cultura política mexicana: charolear con la seguridad que da la impunidad y se refugió en las enaguas de la fiscalía de la Ciudad de México, que vía su titular Ulises Lara lo rescató como su fuera una damisela vulnerable de los cuentos clásicos amenazada por un dragón.

El fiscal de la capital del país y padre del hijo de la ministra de la Suprema Corte Lenia Batres, Ulises Lara, negó la colaboración con las autoridades de Chihuahua y rescató al expanista en una camioneta.

A pesar de que le mostraron la orden de aprehensión en su contra, librada el 9 de agosto pasado, dentro de la causa penal 3050/2024, el príncipe fiscal rescató al vulnerable bandido de apellidos Corral Jurado.

Corral tiene esta primera acusación por desvío de 98 millones de pesos y huyó de la justicia chihuahuense ayudado por López Obrador. Tenemos que hacer frente común todos los chihuahuense de bien para que Corral pise la cárcel de Chihuahua.

Antes de que Corral huyera de la acción de la justicia de Chihuahua, hay que poner en contexto a las y los mexicanos ajenos al desastroso mandato que tuvo como gobernador:

  1. Indolencia total: Javier Corral como gobernador no tuvo sentimientos para joder a las y los chihuahuenses. Con el pretexto de la pandemia, como por arte de magia, desapareció miles de millones de pesos que nunca llegaron a convertirse en tratamientos de cáncer para mujeres, terapias para niños o niñas o medicamentos para adultos mayores. Además: no fue capaz de sentir dolor por las y los elementos de seguridad caídos en el cumplimiento de su deber cuando él gobernaba. No le importaba nada, ni nadie, más que joder y satisfacer sus malévolos instintos: su única ley era su capricho insaciable.
  • Maldad pura: Javier Corral torturó de muchas maneras a miles de chihuahuenses para que cantaran a su oído la canción que quería oír: Duarte es malo, Duarte es el origen de todos los males, Duarte es peor que Voldermort. Hay que recordar a algunos aliados de Corral durante su gobierno: los morenistas Pedro Torres, Leticia Ortega y Juan Carlos Loera; los priistas Miguel Ángel Osorio Chong, Graciela Ortiz, Alejandro Domínguez y Reyes Baeza; panistas como Francisco Barrio, Luis Fernando Mesta y su brazo censurador y vocero Manuel del Castillo.
  • Apatía absoluta: no le importó construir ninguna obra importante, mucho menos articular algún programa de gobierno y su única política pública fue: perseguir a quien lo critique y satanizar a toda la prensa chihuahuense.

Javier Corral jodió la vida a miles de chihuahuense por placer y diversión, al mero estilo de Nerón: no quemó Chihuahua completa porque no se lo permitimos.

Y ríos de tinta serían insuficientes para describir los horrores que vivimos las y los chihuahuenses durante el mandato infausto de Javier Corral Jurado, quien ha sido derrotado, pues esta semana perdió el principal activo en el que sustentó su carrera política: su supuesta calidad moral que lo hacía creer que era inmaculado y ajeno a la corrupción; hoy es un bandido que debe pagar por las atrocidades contra las y los chihuahuenses.

Javier Corral no debe quedar impune.

¿A ver cuántos morenistas chihuahuenses salen a defenderlo?

¿Lo defenderán Loera o Andrea Chávez? ¿Quizás el incontinente verbal Cuauhtémoc Estrada? ¿Quizás su aliado Santiago Nieto?

Ningún chihuahuense de bien saldrá a defender a Javier Corral por el gigantesco daño que nos hizo a todos y todas las chihuahuenses.

ESPRESSO COMPOL

La cara horrorizada no tiene precio; es invaluable. Le dieron una cucharada de su propio chocolate, con la notable diferencia que ahora las investigaciones sí tienen sustento y no son caprichos. Corral ejerció la política de la fuerza y hoy que la justicia lo persigue, no hay fuerza que la detenga.

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